DEPORTES
› OPINION
El valor de la desfachatez
› Por Adrián De Benedictis
La imagen que entregó el seleccionado Sub-23 en el cierre de la primera ronda del torneo Preolímpico estuvo más vinculada a las expectativas futbolísticas que se habían creado alrededor de este equipo. Como el equipo argentino no pudo alejarse de lo que hace la Selección mayor en los dos primeros encuentros del certamen, se especuló con que nuevamente el sistema prevalecería por sobre la capacidad individual de los jugadores. De esa manera, este juvenil sólo sería una versión renovada de lo que se vio en los últimos cinco años. Pero lo conseguido en los partidos ante Ecuador y Colombia generó una brisa renovadora para el futuro de los seleccionados argentinos.
Los fundamentos de este “cambio” pueden rastrearse en dos orígenes. En primer lugar, la ingenuidad y desenvoltura de estos jóvenes parece escapar de la rigidez táctica que pretende aplicarle el director técnico Marcelo Bielsa a sus planteles. A pesar de la molestia del entrenador al observar que sus jugadores se salen del esquema, aquella desfachatez hace que esta Selección se diferencie de la que integran los futbolistas consagrados que se desempeñan en el exterior. Precisamente, el hecho de que Nicolás Medina sea el único hombre que juega en Europa puede ser otra consecuencia de lo que transmite este equipo.
Como la intención del entrenador fue contar con todos los jugadores que emigraron tempranamente al mercado europeo, pero al final las instituciones negaron su cesión, eso terminó siendo positivo para que ahora Argentina despliegue largos momentos de lucimiento. Más allá de que los clubes locales mantienen sus estructuras tácticas, los futbolistas que se desempeñan en el país no están sometidos a la esquematización que imponen los conductores en Europa.
Esos dos aspectos provocan que este Sub-23 haya encontrado un camino distinto al resto de los conjuntos nacionales. Inclusive, aparenta estar más cerca del recorrido elegido por los antiguos seleccionados juveniles que conducía José Pekerman.