La expectativa que se había generado por observar a este nuevo seleccionado dirigido por Edgardo Bauza, se fue apagando lentamente cuando el equipo no podía ofrecer dominio sobre Uruguay. Con algunos nombres diferentes a los que figuraban en la etapa anterior, Argentina sólo desplegó un juego convincente por momentos escasos. Si bien la propuesta fue atractiva, con cuatro hombres de características ofensivas desde el inicio, fueron pocos los instantes donde el conjunto nacional tuvo claridad para poder desnivelar.

El regreso de Lionel Messi, luego de su alejamiento momentáneo, fue observado con atención. El rosarino se movió como un delantero más retrasado, y con la intención de armar los ataques junto a Dybala y Di María. Los encuentros entre ellos no fueron muchos, y pareció que se entendió mejor con el primero. Messi fue importante cuando encaraba de derecha hacia el centro, en su arranque habitual hacia el área, aunque fueron pocas las chances que los uruguayos lo dejaron rematar al arco con precisión.

El nivel de Di María no fue el mejor. El ex Central se movió por la franja izquierda, pero pocas veces pudo prevalecer, y tampoco estuvo acertado en la entrega de la pelota. El que aprovechó ese sector de la cancha fue Mas, que se desprendió cada vez que pudo y lo hizo llegando hasta el fondo para habilitar luego al compañero que llegaba por el medio. En una de esas acciones, lo buscó a Messi y éste definió apenas por arriba.

La jugada más clara había ocurrido pocos minutos antes para Argentina, cuando Dybala probó de zurda y la pelota dio en el palo, luego rebotó en la espalda de Muslera, y terminó saliendo.

El final de la primera parte tuvo dos puntos fundamentales. Primero, Messi encaró por el centro entre varios rivales, y logró rematar al arco para vencer al arquero. La pelota ingresó luego de rozar en Giménez y desubicar a Muslera. El otro factor fue la expulsión de Dybala. El cordobés recibió la segunda amonestación por otro golpe fuerte, y dejó la cancha entre lágrimas.

Uruguay se animó un poco más al tener un hombre de ventaja, y con la peligrosidad de Suárez y Cavani complicó en algunas situaciones en el área de Romero, aunque sin tener la profundidad necesaria. El ingreso de Cristian Rodríguez tampoco le permitió tener la claridad necesaria, y Argentina no tuvo que padecer contratiempos serios.

El aspecto defensivo de Argentina fue satisfactorio, principalmente en el entendimiento entre los marcadores centrales. Otamendi y Funes Mori se complementaron muy bien cuando tuvieron que salir más adelante a anticipar a uno de los delanteros, y transmitieron seguridad al resto de sus compañeros. Junto a ellos, la dupla Mascherano-Biglia cumplió una gran tarea en el medio, recuperando y distribuyendo la pelota.

Bauza decidió darle una oportunidad a Lucas Alario, y el hombre de River dejó una buena impresión, sobre todo cuando tuvo que tocar la pelota con Messi y Di María. Precisamente, éste último dejó la cancha en el final, y el ingreso de Gaitán le permitió controlarla un poco más, cuando Uruguay era el que la dominaba en ese lapso.

El nuevo ciclo comenzó con éxito, aunque continúa en deuda en materia futbolística. El camino hacia el Mundial está un poco más despejado, y afrontará el duelo en Mérida, ante los venezolanos, con la tranquilidad del primer puesto en la clasificación.