Dom 01.02.2004

DEPORTES

Henin se llevó un título especial ante Clijsters

La número uno del mundo se quedó con el Abierto de Australia al vencer en tres sets a su compatriota y archirrival, en un duelo que ya trasciende el tenis por las acusaciones cruzadas.

Por Miguel Luengo
Desde Melbourne

Justine Henin-Hardenne puede estar feliz. Conquistó su primer Abierto de Australia derrotando a su más encarnizada rival, su compatriota Kim Clijsters, y abrió entre ambas una grieta de resultados que la novia de Lleyton Hewitt tardará en cubrir. A falta de que las hermanas Serena y Venus Williams aparezcan de nuevo con fuerza, Henin-Hardenne tiene ya tres títulos grandes, y ahora su sombra se proyecta hacia Wimbledon, su próximo objetivo. Para ello se prepara mentalmente y aparece en el horizonte como una de las grandes aspirantes.
Ganar a la novia de Hewitt en Melbourne resultó fundamental en varios aspectos para Justine. Primero silenció al padre de su rival, Leo Clijsters, que de una forma intrigante lanzó sombras de duda sobre la musculatura de Justine. “¿Quieren que les diga por qué está batiendo a Kim últimamente?”, preguntó a los medios belgas el pasado año. “Porque su masa muscular se duplicó y ahora tiene un brazo como el de Serena.” Una afirmación con clara referencia a las drogas, que provocó una auténtica “guerra civil” entre las dos mejores jugadoras belgas de la historia, en un pequeño país de 10 millones de habitantes que ahora permanece dividido entre sus dos estrellas.
Justine siempre se defendió al señalar que todo su cambio físico se produjo gracias al trabajo con el entrenador físico Pat Etcheberry, quien premonitoriamente le dijo que ganaría este año en el primer Grand Slam de la temporada y por eso, cuando levantara la copa de campeona en Melbourne, lo mencionara. Justine cumplió fielmente su promesa cuando batió ayer 6-4, 3-6, 6-4 a Clijsters en la Rod Laver Arena. Etcheberry preparó entre otros a Jim Courier, Pete Sampras y Arantxa Sánchez Vicario. Seguro que sonreía al escuchar la promesa cumplida.
Para Henin, además, ganar a Kim en Melbourne es como triunfar de visitante en casa de la rival, pues la mayor parte de los 15 mil espectadores se volcaron hacia la novia del australiano Hewitt. En esa cancha, Henin probó su madurez y su concentración, forjada después de superar varias pruebas en su vida. La más importante, la muerte de su madre debido a un cáncer intestinal, el 26 de marzo de 1995, cuando Justine tenía 12 años. La muerte de Françoise marcó la vida de esta joven jugadora nacida en Lieja hace 21 años, que justo después de triunfar en la primera gran final belga de la historia en París dedicó a su progenitora su primer recuerdo. “Se lo dedico a mi madre, que vela por mí desde el paraíso”, dijo entonces.
Henin empezó a jugar al tenis a los cinco años y de inmediato los oficiales de la federación belga se interesaron en ella. En esas instalaciones, que dirigía el argentino Eduardo Masso, Henin pulió su tenis hasta que a los 14 años decidió contratar a otro argentino como su entrenador personal, Carlos Rodríguez, del que suele decir que es alguien de la familia más que su técnico: “Es como mi padre, como mi hermano”.
Rodríguez, casado con una belga de origen austríaco, y el pequeño de ambos, Manuel, son ahora el vínculo familiar más importante de Justine, quien contrajo matrimonio el pasado 16 de noviembre con Pierre-Yves Hardenne, un joven entrenador que conoció en el club de Han sur Lesse, admirador de Juan Carlos Ferrero, y que se convirtió en su manager. Fue el técnico argentino quien utilizó toda su sapiencia para recuperar a Henin, desolada cuando perdió en las semifinales de Roland Garros en el 2001 contra Clijsters, después de disponer de ventaja de 6-2 y 4-2. “Pronto llegará tu hora”, aventuró Rodríguez. Lleva ya tres grandes victorias sobre su más encarnizada rival.
Siempre se recuerda cuando ella acudió con su madre por primera vez a Roland Garros para ver un partido en el que Monica Seles vencía a Steffi Graf, sus ídolos, en una épica final. “Estaba sentada allí con mi madre –rememora Henin– y le dije: un día tú me verás jugando como ellas en la pista central.” Eso no ocurrió, aunque Justine ganó el título junior en París en 1997 gracias a una plaza de invitada especial. Después de la muerte de su madre, el padre de Henin, José, hizo lo que pudo con su salario de cartero para mantener el futuro deportivo de su hija. “De repente me convertí en la mujer de la casa”, dice Henin, que tiene dos hermanos mayores, David y Thomas, y una pequeña, Sarah.
La belga se separó de su padre cuando tenía 19 años, durante el Abierto de Australia, porque él ejercía demasiada presión para obtener buenos resultados, tenía problemas con la bebida, e incluso se dice que maltrató a Justine de pequeña. Desde entonces nunca más habló con él. No hay diálogo ni con él ni con sus hermanos, y este tema aun hoy es tabú para los informadores belgas. Tras la separación, los resultados se hicieron evidentes. Un mes después Henin alcanzó las semifinales de Roland Garros y luego la final de Wimbledon. Hoy cuenta 16 torneos, tres de ellos de Grand Slam.

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