Por Lorenzo Martínez
Desde Roma

Las causas reales de la muerte del ciclista italiano Marco Pantani siguen siendo un misterio, pese a los resultados de la autopsia practicada ayer, que reveló el motivo del fallecimiento, pero no así sus causas, algo que sólo se sabrá dentro de unas semanas. El “misterio” Pantani, cuyo cuerpo se encontró sin vida en el pasado sábado por la noche en un hotel de Rímini, sigue sin aclararse ni disiparse. Es más, a tenor de lo mucho que se escribió desde el momento en que fue encontrado el cadáver, y por la incertidumbre que la autopsia no sólo no despejó sino que, incluso, ha podido alimentar, a buen seguro se esperan días de nuevos debates, polémicas y alguna que otra teórica “exclusiva”.
“El paro cardíaco fue causado por un edema cerebral y está excluido cualquier tipo de episodio traumático”, fue el primer comentario del forense Giuseppe Fortuni al término de la autopsia. Unas palabras que sólo dan una certeza: no hubo violencia alguna en la muerte del ciclista. Pero, ¿cuál es el origen, la causa verdadera de la muerte de Pantani? Esa pregunta, que casi todo el mundo se hace, aún no se despejó. Y se espera que tardará varios días, incluso unas dos semanas, en saberse. Para entonces ya se habrán realizado exámenes más profundos, más allá de los que normalmente se hacen en las autopsias. Pruebas que precisarán de exámenes histológicos y toxicológicos.
“Son exámenes de tipo químico y microscópico que servirán para valorar completamente cada aspecto del caso. La congestión pulmonar y el edema cerebral, en particular este último, son la causa final, y, por lo tanto, ahora se trata de entender qué es lo que causó el edema. De momento, la causa de la muerte es desconocida”, informó el forense Fortuni. Y es precisamente la necesidad de nuevos exámenes para saber las auténticas causas de la muerte lo que da un mayor énfasis al misterio sobre el deceso. Es sabido que Pantani, que se había sometido a tratamientos para curarse de la depresión, estaba tomando ansiolíticos y antidepresivos. Y, sobre todo, que los propios investigadores encontraron decenas de cajas (unas agotadas, otras empezadas) de cuatro tipos distintos de estos psicofármacos. La hipótesis de un posible “cóctel” de pastillas aún no es descartable. Y con ello, la duda de si ese cóctel fue consumido voluntariamente o no. Es decir, si hubo suicidio o no.
El suicidio, de acuerdo con las palabras pronunciadas el pasado domingo por el fiscal Paolo Gengarelli, uno de los primeros en acudir en la noche del sábado a lugar del fallecimiento, es “una hipótesis que hay que excluir”. Pero ayer por la tarde, al término de la autopsia, las palabras del forense Fortuni tampoco despejaron las dudas: “No hay aún elementos ni para confirmar ni para excluir la utilización de sustancias tóxicas. En este momento no hay indicios que digan que sí, pero al mismo tiempo no es posible excluirlo. Por ello procederemos a profundos exámenes de laboratorio”.
Tampoco se sabe nada sobre si son verdad algunas informaciones aparecidas ayer y que apuntaban a que sobre una de las mesillas de la habitación de Pantani se habían encontrado “polvos blancos”. En algunos canales italianos no tuvieron rubor alguno en dar el nombre a estos “polvos”: cocaína. Algo que, a primera hora de la tarde, uno de los inspectores de la policía que acompañaron al forense Fortuni a realizar una inspección en el lugar de la muerte, y a preguntas de los periodistas, calificó como “algo de lo que sólo hablan ustedes”. Y el propio fiscal Gengarelli también dijo que “en la habitación no se encontraron restos de sustancias estupefacientes”. El “misterio” de la muerte de Pantani “aún no ha sido esclarecido”. Habrá que esperar unos días, incluso semanas. Mientras, este miércoles con casi toda probabilidad, aunque ahora dependerá del oportuno permiso de sepultura, se celebrará el funeral por Marco Pantani. El Pirata será enterrado sin despejarse aún las causas de su muerte. Pero, sean cuales sean, seguro que recibirá, ese día y otros más, el cariñoso recuerdo y homenaje del mundo del ciclismo y de las miles de personas a las que emocionó y alegró cuando escapaba camino de las cumbres.