Por F. M.

A menos de 60 días para acabar la primera mitad de la temporada 2004, en Boca no son secreto los nombres de los integrantes del plantel que no tendrán más lugar en el equipo. El brasileño Iarley y el talentoso volante Carlos Marinelli, sumado días antes del inicio de la pretemporada como promesa de calidad extra, son los casos más sorprendentes. Tampoco figuran en los planes Diego Crosa, en su peor momento desde que llegó a Boca, Raúl Estévez y Roberto Colautti.
Los motivos de la depuración del plantel profesional son variados. En el caso de Iarley, el problema pasa por el bajón en el rendimiento del jugador, que no parece el mismo que llegara el año pasado. Para retenerlo, Boca debería pagar una cifra cercana al millón de dólares, demasiado alta para el club, por lo que los representantes del futbolista habrían pensado en bajar las pretensiones e incluso una posible extensión del préstamo.
El caso de Marinelli es más complejo. Para muchos era el enganche que el equipo necesitaba, un jugador distinto, con buena pegada, habilidad y panorama. Pero nunca terminó de adaptarse y Bianchi lo excluyó de la lista de la Copa Libertadores.
En los casos de Crosa y Estévez, Boca desembolsó por cada uno 1,3 millones de dólares, y ninguno rindió como para justificar el gasto; ahora el club pretende ubicarlos para recuperar una parte del costo de sus transferencias. A Colautti fueron las lesiones las que lo perjudicaron y tendría chances de irse al fútbol mexicano.