DEPORTES
A Quilmes no lo afectó la huida y ahora tiene el corazón contento
A pesar de que su socio, el Grupo Exxel, lo abandonó al percibir que iba a pérdida, el club del sur mantuvo una política coherente y hoy disfruta de estar afianzado en Primera y cerca de la Libertadores.
› Por Gustavo Veiga
En el fútbol doméstico donde River y Boca casi no dejan hendijas abiertas para que se cuele alguien a discutirles un título, la campaña de Quilmes, un equipo recién ascendido, es por demás elogiable. Hoy estaría clasificándose para un repechaje de la Copa Libertadores y, además, ingresaría con holgura a la Sudamericana, una copa con menos plafond, pero no desdeñable. La actualidad de este “grande” del sur es bastante paradójica. En la temporada 2000-2001 delegó el control de su fútbol en el grupo Exxel, que abandonó el club cuando percibió que iba a pérdida. Quilmes se quedó sin su socio, aunque mantuvo intacta la ilusión de volver a Primera. A mediados del año pasado consiguió subir y esta temporada alcanzó 55 puntos más que envidiables. “Su situación no es próspera, pero sí más que buena”, sostiene su vicepresidente, José Luis Meiszner. Asimismo, duplicó la cantidad de socios desde que ascendió y hasta proyecta agrandar su estadio para fin de año. Todas metas que el impaciente y rentista capital privado no quiso ni pudo ver, llamado como estaba a ganar dinero rápido y fácil.
Los tiempos del fútbol, quedó claro, no resultaron compatibles con las necesidades inmediatas de circulante del grupo Exxel. Cuando se retiraron esos capitales volátiles porque Quilmes dilapidaba una posibilidad de ascenso tras otra, “quedó cancelado un pasivo de 4.500.000 dólares”, recuerda el hombre fuerte del club, que tiene entre sus dirigentes al ministro del Interior, Aníbal Fernández, y al embajador en el Vaticano, Carlos Custer. La expeditiva retirada del Exxel no le salió gratis a esta institución decana del fútbol argentino: los hombres liderados por el misterioso lobbista uruguayo Juan Navarro se quedaron con unos cuantos jugadores surgidos del semillero. El más importante de todos: Alejandro “Chori” Domínguez, quien pasó al fútbol ruso después de una aceptable escala intermedia en River. “Si lo tuviéramos ahora, lo venderíamos en tres millones, pero se negoció por uno...”, concedió Meiszner, quien ya superó los treinta años en la conducción de Quilmes.
El presupuesto futbolístico del club asciende a 4 millones de pesos anuales, que se reparten entre el mantenimiento del plantel profesional y las divisiones menores. El dinero para solventar la mayor parte de esos gastos proviene de la televisión y la publicidad estática (unos 2.500.000 pesos) y de los dos sponsors (500.000 pesos) que auspician la camiseta: la antigua cervecería Quilmes y NEC, una empresa de informática cuya propaganda aparece en las mangas de los jugadores. El millón que resta es la pérdida que los dirigentes intentan cubrir con alguna transferencia.
Hoy, más de la mitad de los jugadores no le pertenece al club y de unos cuantos, Quilmes se reparte la propiedad de los derechos comerciales con terceros. Agustín Alayes es compartido por partes iguales con Estudiantes. Con Rodrigo Braña ocurre otro tanto (la institución tiene el 50 por ciento). Y hay futbolistas que están a préstamo, a quienes se proyecta comprarlos para sacar diferencia en una futura venta. Es el caso de Danilo Gerlo: se abonarán 100 mil dólares por el 40 por ciento de su pase.
Ahora, el objetivo principal para la comisión directiva que encabeza el contador Daniel Razzetto es retener al director técnico Gustavo Alfaro, un entrenador en el que están interesados otros clubes y que ya mantuvo conversaciones con gente allegada a Central. Su contrato vence el 30 de este mes y en Quilmes sostienen que “se ganó el respeto de la gente porque realizó una campaña inigualable. Es la más importante después del título conseguido en 1978”.
En la página del cervecero en Internet, una encuesta entre hinchas indica que el 93,3 por ciento cree que Quilmes puede jugar la Libertadores. Apenas un poco menos del 7 por ciento considera que no, sobre un total de 1371 votantes. Ese sentimiento de los simpatizantes puede que se dé patas para arriba con las estimaciones económicas de algunos dirigentes. Y es que en el club aún se recuerda cómo el equipo que dirigía José Yudica en 1978 jugó la Copa al año siguiente y en 1980 se fue al descenso. La inversión que requiere competir en un torneo internacional quizá ni siquiera se cubra con los 150 mil dólares que tiene garantizado un club, sólo por participar en la primera ronda y aunque no se clasifique para la fase siguiente.
De todos modos, hay antecedentes deportivos que deben tomarse en cuenta. Quilmes, con un presupuesto infinitamente menor que Boca y River, les arrebató ocho puntos sobre doce a los dos entre el Apertura y Clausura. Les ganó en el estadio Centenario y tanto en el Monumental como en la Bombonera consiguió valiosos empates. La campaña que hoy lo ubica en la tabla general sólo por debajo de Boca, River, San Lorenzo y Banfield ha provocado un crecimiento desusado en el padrón del club. Pasó de 5000 socios que pagaban al doble. Y, además, se ha formado una comisión de asociados para levantar una nueva tribuna sobre uno de los laterales de la cancha donde está la platea más pequeña.
La consolidación del club en la Primera División y todo lo que representa su vida centenaria en la pujante ciudad del Gran Buenos Aires han seducido a ciertos hinchas caracterizados que aspiran conseguir un cargo en la futura comisión directiva. En un par de meses habrá elecciones en Quilmes y, por ejemplo, el intendente de la localidad homónima, Sergio Villordo, integrará la lista oficialista que no tendría dificultades para imponerse. Compartirá la misma boleta electoral con su principal aliado político: el actual ministro del Interior, Aníbal Fernández.
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