NOTA DE TAPA
Una entrevista de Juan Sasturain a Hugo Pratt.(Y además, a Oski, Ferro, Mirco, Solano López y César Bruto)
Antes de reinventar la ficción criminal con clásicos como La Dalia Negra, L.A. Confidencial o Clandestino, el norteamericano James Ellroy interpretó exhaustivamente el típico libreto del chico malo de Los Angeles: padres divorciados, madre alcohólica que muere asesinada, prensa amarilla y policial a modo de bibliografía infantil, bulimia televisiva, militancia nazi, drogas, robos, cárcel... hasta la redención literaria a manos de la literatura. Ese itinerario de abismo y salvación es el que Ellroy reconstruye en el texto que sigue, uno de los soberbios testimonios autobiográficos incluidos en el flamante Destino: La morgue.
Inspirada en las revistas norteamericanas de ciencia ficción y literatura fantástica de los años veinte y treinta, Historias asombrosas, la nueva muestra de Sebastián Gordín, reversiona ese legendario sensacionalismo gráfico en una colección de acuarelas burlonas y frágiles donde destella, acaso por última vez, un mundo que pudo ser y no fue.
Abel Gilbert juega a más de una punta. Corresponsal en América latina de El Periódico de Catalunya, ha escrito ensayos periodísticos como Cuba de vuelta, El terror y la gloria y La divina Cecilia. Pero también es compositor, y su obra incluye desde un homenaje a Mauricio Kagel a la partitura de la obra Los murmullos, de García Wehbi. En vísperas de estrenar Factor Burzaco, experimento que cruza la música erudita y la popular, Gilbert habla de su doble vida, defiende la idea de la música como transfusión y explica por qué Los Beatles siguen siendo para él –un músico contemporáneo– una clave, una lección y una brújula.
Tuvo dos “defectos” imperdonables: fue hijo de un banquero judío (y converso) y sufrió poco. Wagner lo condenó por “frío y sin pasión” (como al resto de los compositores judíos), y el romanticismo no pudo endiosarlo como a Schumann (que murió loco) o a Schubert (que vivió torturado). Pero Felix Mendelssohn fue el más romántico de todos, y Wagner jamás hubiera orquestado como lo hizo sin su influencia.
En marzo, nuestro héroe olió en el aire las nuevas tendencias que soplaban desde el Norte y se apresuró a declamar desde estas mismas páginas que eso de ser un metrosexual era un engañapichanga. Por eso, cuando El metrosexual (Guía de estilo para el hombre moderno) aterrizó en las librerías porteñas, decidió darle al tema una nueva oportunidad. Conclusión: sigue pensando que es pura sanata. Pero ahora se hace los claritos.
Desde hace casi 40 años, surfeando entre dictaduras militares, el brasileño
Joao Batista de Andrade –pionero del documental en primera persona que hoy es moda en el mundo– viene infiltrando la TV comercial de su país con películas de investigación que muestran todo lo que los medios callan o disfrazan. El ciclo que empieza mañana en el Rojas permitirá acercarse a la obra, el método y el pensamiento de un cineasta latinoamericano insoslayable.
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