Por Gabriela Raimondi

A 12 días de su debut en los Juegos Olímpicos de Atenas, el sábado 14 contra España, enorme es la expectativa puesta en Las Leonas para quebrar con la racha de más de medio siglo sin medallas doradas olímpicas para la Argentina. Con un equipo conocido, aunque con grandes ausencias y jóvenes en ascenso, el equipo de Sergio Vigil acarrea sobre sus hombros todo el peso del segundo puesto en Sydney 2000 que, paradójicamente, necesita ser opacado con el brillo del oro olímpico. De cerca tendrán el objetivo de cazar grandes presas como China y España, pero en la vereda de enfrente es donde está el plato fuerte y sus enemigos más temibles: Holanda y Australia, el último campeón olímpico, que siguen siendo los monstruos del hockey femenino y, sin dudas, dos equipos que no se conformarán sólo con el hecho de subir al podio sino que pelearán escalón por escalón, a la par de Argentina, para llegar a lo más alto.
Cuatro años de preparación, bajas importantes, refuerzos renovadores y un primer puesto en el Mundial 2002 de Perth, que le brindó al equipo nacional confianza, seguridad y gran reconocimiento, reúnen las características fundamentales de este conjunto celeste y blanco; entre las más destacadas, esta vez no estarán la ex capitana Karina Masotta ni tampoco María Paz Ferrari, jugadora de gran experiencia y sobresaliente por su garra y potencia característica.
No obstante, Argentina se fortaleció con jugadoras de renombre como Alejandra Gulla, pícara delantera que sabe encontrar muy bien su lugar en el área, hace honor a su puesto convirtiendo goles y es excelente “rebotera” de corners cortos. Junto a Vanina Oneto y Soledad García forman una temible delantera que dará que hablar.
Además de Gulla, las que tendrán la posibilidad de jugar sus primeros Juegos son Claudia Burkart y Mariné Russo: la primera tiene a cuestas una de las tareas más difíciles de este deporte: neutralizar el ataque por derecha. Pero esta defensora, con su buen quite y juego simple, la cumple a la perfección. La segunda desempeña un trabajo fundamental en el medio campo. Principalmente armadora sobre la derecha, combina la habilidad para resolver con la bocha y mucha inteligencia para decidir la mejor jugada. Las dos, con 24 años, son las cachorras de este equipo.
A la experiencia de Luciana Aymar se le suma la habilidosa Marina Di Giácomo, una de las más virtuosas. Aunque carece de un buen juego defensivo, es la que, en ausencia de la rosarina, puede llegar a cumplir la labor de desnivelar en el medio a través de su fuerte, la eludida.
Las Leonas afrontarán una primera etapa nada simple. Deberán enfrentar a China en su zona (el domingo 22, cerrando el Grupo A), un equipo que en los últimos años alcanzó un altísimo nivel de juego. Su principal arma es la explosión en ataque, los pases largos cruzados y una arquera excepcional que figura dentro de las mejores del mundo.
Japón (el lunes 16, el segundo partido) es otro rival a tener muy en cuenta: derrotó a España en la final del Preolímpico de Auckland y podría complicar sorpresivamente a más de un oponente. También tienen a su paso a España (en el debut, el sábado 14) y Nueva Zelanda (el viernes 20), equipos que en estas instancias refuerzan cualquier tipo de incidencias.
La segunda fase será de aún mayor resistencia. Porque en el Grupo B, el más fuerte de la competencia, lucharán Holanda, Australia, Corea, Sudáfrica y Alemania. Los dos primeros equipos, sin dudas, son los candidatos indiscutidos a obtener un lugar en el podio. Las Leonas serán las que tengan que derrotarlas para alcanzar la medalla irredenta. La final se disputará el jueves 26 de agosto, a las 14.30. Y ellas esperan acudir a la cita.