Mar 07.09.2004

DEPORTES

La Argentina madrugaba hace 25 años para gozar con el Juvenil campeón

Se cumple hoy un cuarto de siglo de la conquista del Mundial de Japón de 1979 con aquel equipo que lideraban en la cancha Diego Maradona y Ramón Díaz. Sus compañeros se reunieron para recordarlo.

› Por Pablo Vignone

“Por el momento que vivía el país, el Mundial Juvenil fue una pizca de alegría en medio de un mar de lágrimas. Este equipo llegó adonde otros no llegan, no se quedó en las estadísticas, llegó al corazón de la gente.” Rubén Rossi nunca llegó a jugar en Primera, así que aquel ‘79, un cuarto de siglo atrás, quedó grabado a fuego en la memoria que recrea entre innumerables citas. Esa memoria imborrable marca un hito en el fútbol argentino. Veinticinco años atrás, el 7 de septiembre de 1979, en la lejana Japón, la Selección Juvenil que capitaneaba Diego Maradona ganaba el primer mundial de la categoría para la celeste y blanca, un título que los pibes de Pekerman repetirían en tres ocasiones, en 1995, 1997 y 2001. “Aquel equipo –como recuerda César Menotti, su entrenador– dio un salto de calidad, con una cadencia casi burlona para jugar, que rescataba la esencia del fútbol argentino.” Ocho integrantes de aquel conjunto se reunieron para recibir un merecido homenaje.
Hace 25 años era viernes, y bien temprano desde Japón llegaba el grito rumoroso y radial del Turco Juan Carlos Morales, relatando el penal del alivio de Hugo Alves, la corrida de Ramón Díaz contra el arco de Chanov, el tiro libre con guante de seda que ejecutaba Diego Maradona. Antes de que José María Muñoz tomase el micrófono pretendiendo transformar el 3-1 contra la Unión Soviética en una manifestación política contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que recogía denuncias de familiares de desaparecidos en la Avenida de Mayo, intentando manipular para beneficio de la dictadura militar lo que había sido una conquista deportiva legítima.
Osvaldo Rinaldi, Abelardo Carabelli, Juan Simón, Osvaldo Escudero, Sergio García y Rubén Rossi, seis titulares de aquel equipo campeón, más el entrenador Menotti y el preparador físico Ricardo Pizzarotti, se reunieron en una charla organizada por la escuela de periodismo deportivo DeporTea, un cuarto de siglo después de haber despertado, madrugada tras madrugada, a millones de argentinos que quería seguir al equipo, que jugaba muy bien y ganaba sin atenuantes. “Fue un grupo de futbolistas sólido, serio y solidario, que logró casi el milagro de hacer olvidar a la Selección campeona del ‘78. Como amante del fútbol lo disfruté”, opinó Menotti ante el respetuoso silencio de sus dirigidos.
“Fue uno de los mejores equipos de toda la historia –opinó Pizzarotti–. Si el del ‘78 fue importante por el logro, éste del ‘79 lo superó por la alegría que brindaban estos jugadores.” El PF aún añora ese torneo, “y cuando uno añora es porque ha sido feliz”, explicó.
Juan Simón, zaguero central de aquel equipo junto a Rossi, fue uno de los que triunfó más tarde en el fútbol de Primera, y llegó a jugar el Mundial 1990. “Pero aquel equipo del ‘79 está en el primer lugar de mis recuerdos. Entrábamos a la cancha y nos divertíamos. Contra Yugoslavia jugamos un primer tiempo horrible y al volver al vestuario Menotti nos preguntó: ‘¿A qué vinieron a Japón? Jueguen el fútbol que sienten, no importa el resultado’.” Rossi acude en su apoyo: “Siempre sostuvimos la bandera del viejo y querido fútbol argentino. Así lo tomamos y demostramos al mundo que jugar al fútbol es divertirse con responsabilidad”.
Nunca nadie se confundió: las estrellas de aquel equipo eran Maradona y Díaz. “Nunca vi una pareja que se complementara tanto y en la que se conjuguen tanto la belleza y la efectividad”, aseguró Carabelli. “El Flaco se jugó a ponerlos juntos y formó la mejor dupla del fútbol argentino.” Pizzarotti lo resumió así: “Diego era talento con pasión, Ramón era la picardía”.
Osvaldo Escudero recuerda a Díaz como “un gran compañero de habitación en Japón”, y a Diego como “un pibe que tenía la misma alegría dentro y fuera de la cancha”. Simón remarcó: “Cuando fuimos a Japón, Diego ya era una figura a nivel mundial, y jamás hizo diferencias con sus compañeros”.
Aquel segundo tanto contra Uruguay –la corrida larga de Díaz, la gambeta, el centro y el cabezazo de Diego– fue una muestra precisa de la extraordinaria cantidad de recursos que tenía ese equipo, al que le sobraba fútbol, y que, sin duda, lo expresaba con más frescura que el equipo campeón mundial de 1978. “Podía haber estrategia, pero las jugadas salían de lo que sentíamos –sintetizó Escudero–. Ese equipo me marcó futbolística y emocionalmente.”
Verlos jugar producía un placer exquisito. A los jugadores mismos, integrar la formación les producía “emoción, por haber encontrado un grupo de almas gemelas; orgullo, por el respeto a un estilo futbolístico; y alegría, porque jamás me divertí tanto jugando al fútbol”, explica Carabelli.
García; Carabelli, Simón, Rossi, Alves; Barbas, Rinaldi, Maradona; Escudero, Díaz, Calderón eran los titulares. Seria, Bachino, Piaggio, Lanao, Meza, Sperandío y Torres completaron aquel plantel glorioso, que ganó un título de oro en medio de la peor tragedia de la historia argentina.

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