DEPORTES
La crema rusa del tenis se quedó con todos los trofeos
A diferencia de Anna Kournikova, que nunca ganó nada, Myskina, Sharapova, Kuznetsova y Dementieva coparon la temporada femenina.
Las rusas arrasan este año en el tenis mundial femenino, con tres de sus representantes ganadoras de los últimos tres torneos de Grand Slam y el Masters de cierre de temporada, en el que cinco de las ocho participantes eran de esa nacionalidad, con seis de ellas entre las doce mejores del mundo, trece entre las cien primeras del ranking, y favoritas para ganar, este fin de semana, la Copa Federación, la versión femenina de la Copa Davis.
Casi retirada hoy, Anna Kournikova abrió el camino en los ’90, pero sólo alcanzó a disputar una semifinal en Wimbledon 1997, apareciendo con más regularidad en las portadas de las revistas de actualidad que en las de tenis. Nunca ganó un torneo oficial. Pero Anastasya Myskina (3ª del mundo), María Sharapova (4ª), Svetlana Kuznetsova (5ª) y Elena Dementieva (6ª) aprovecharon la brecha abierta y la superaron, sin olvidar a Vera Zvonareva (11ª) o Nadia Petrova (12ª), que completan el lote de las mejores.
Tras los años Kournikova, estas chicas le dieron al tenis ruso una imagen de seriedad y continuidad en los resultados. Estas nuevas estrellas son reconocidas, no solamente por su juego, sino además por su capacidad de trabajo, como lo prueban las jóvenes Elena Bovina (15ª, un puesto por delante de Paola Suárez), Elena Likhotseva (24ª), Dinara Safina (44ª, la hermana de Marat Safin), Alina Jickova (55ª), Vera Douchevina (63ª), Anna Chakvetadze (84ª) y Eugenia Linetskaya (95ª).
“A los 15 años, los varones tienen muchas tentaciones, el alcohol, los cigarrillos, las chicas. En cambio, las tenistas están mucho más concentradas en su carrera”, señaló Vladimir Kamelzon, entrenador jefe de la Federación Rusa de tenis, para explicar esta nueva oleada de jóvenes tenistas rusas en el circuito WTA. “Son muy disciplinadas y maduran mucho más rápido”, agregó. Rusia posee más de 80 clubes en 44 ciudades y hay una verdadera obsesión por detectar los talentos destinados a engrandecer el tenis profesional.
Las tenistas tienen además la posibilidad de extender sus conocimientos en el exterior al perfeccionarse en academias muy conocidas, como la de Niki Pilic o de Nick Bollettieri, verdaderas máquinas productoras de campeones y campeonas.
Algunas de esas campeonas rusas eligieron expatriarse. Sharapova, ganadora de Wimbledon, llegó a los 7 años a Florida (USA), en donde se integró a la academia de Bollettieri, mientras que Kuznetsova tiene su base de entrenamiento en España. Pero todas siguen dedicando sus victorias a la Madre Rusia y a sus familias.
Kuznetsova ganó el US Open, derrotando en la final a Dementieva y fue a festejarlo con su madre. “Ella me consagró muchísimo tiempo. Cambiamos muchas veces de entrenador. Me acuerdo que lloraba durante la noche porque no respondía a sus expectativas. Todo el dinero que poseía mi familia iba a parar al tenis. Nunca se compraba nada para ella. Cuando vuelvo a pensar en todo eso, me parece increíble”, afirmó. Sharapova trepó las gradas del court central de Wimbledon, apenas consagrada tras derrotar a Serena Williams, para abrazarse con su padre.
Myskina se impuso en Roland Garros en una final también ciento por ciento rusa ante Dementieva, y Sharapova confirmó el gran momento cerrando el año tenístico con una victoria en el Masters otra vez sobre la menor de las Williams: perdía 4-0 el último set y lo dio vuelta para vencer 6-4. La rusa ganó un millón de dólares y un Porsche 0 km; el coche lo donó a las víctimas de la tragedia de Beslán, ocurrida en septiembre; el millón engrosó su cuenta anual de ganancias, que se estiró hasta los 2,5 millones. Entre las cuatro mejores, que ganaron 12 torneos en el año, juntaron durante el 2004 unos 8,5 millones.
Nueva “sex-symbol” del tenis mundial, Sharapova se fijó como meta para el 2005 ser la primera rusa que alcance la cima del tenis femenino mundial, un cetro que hoy ostenta la estadounidense Lindsay Davenport.
Los especialistas no creen que los equipos de España, Francia o Austria puedan impedir la consagración del equipo ruso, capitaneado por el dudoso Shamil Tarpishev, ex profesor de tenis de Boris Yeltsin, ex presidente de la Federación Rusa, integrante del Comité Olímpico y sospechado de vinculaciones con la mafia de ese país. Tarpishev dejó en el equipo a Myskina y Kuznetsova, pero marginó a Sharapova y Dementieva, para sostener la formación que arrancó jugando este año.
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