Sáb 18.12.2004

DEPORTES

La noche en que se despidió al ídolo y se le dio la bienvenida al Chino

› Por Juan José Panno

Carlos Tevez fue el gran protagonista de la noche. Quedará registrado en la historia que la noche de su despedida fue espectacular. Por la necesidad de celebrar algo grande en un año complicado, se dio una fiesta que no se olvidará. Además del color habitual, con globos y banderas, ayer hubo un impresionante despliegue de fuegos artificiales y bengalas durante los cinco minutos que siguieron a la salida de los jugadores. Pero más allá de los fuegos, los cantos de la hinchada de Boca resultaron conmovedores. Ese fue el marco para la despedida de Tevez, más desde los gritos que desde las demostraciones. Apenas una bandera de Nike que decía “La tristeza es de todos, suerte Carlitos”. Pero además de despedir al ídolo, la hinchada de Boca pareció dar su veredicto en la elección del futuro técnico. Durante el entretiempo, casi como una bienvenida, el grito de la Doce fue unánime: “El Chino no se va, el Chino no se va” y “De la mano del Chino/vamos a ganar/ y la vuelta/ y la vuelta vamos a dar...” Un claro mensaje para que los dirigentes tomen nota. Además, los jugadores también mostraron sus intenciones. Con el título consumado y en medio del festejo, fueron a buscar especialmente a su técnico y lo metieron en la montonera.
Al momento de salir a la cancha, en el tradicional saludo de la hinchada de Boca, Tevez no ocupó el primer lugar. De arranque sonó el “Guillermo/ Guillermo”, tal vez marcando un orden de idolatría. Sin embargo, después fue mucho más fuerte el “Olé, olé, Tevez, Tevez”. Ya en el juego, apenas tardó 22 segundos en tener su primera chance de gol. De arranque se mostró tirado atrás y cambiando posiciones, tanto por derecha como por izquierda. El que más cerca se le paró fue Tufiño, aunque los defensores bolivianos se alternaban para pegarle. Lo mejor que hizo en la noche fue el gol, que definió de primera tras un buen desborde de Guillermo. Pero también resultó importante en el otro gol al devolverle de cabeza la pelota a Guglielminpietro.
Más allá de esas participaciones claves, quedó muy claro que estuvo lejos de una gran actuación. Mostró muchas ganas, pero le faltó un poquito de puesta a punto. Se movió con acierto fuera del área, pero siempre sus pases quedaron un poco corto o algo largos. No tuvo su habitual justeza. Incluso, tuvo dos posibilidades muy factibles que dilapidó de manera increíble. Cara a cara con el arquero, se demoró en resolver y permitió que Machado lo tapara. En la otra, eligió el otro perfil, pero el arquero boliviano le volvió a ganar el duelo. Con el correr de los minutos y los golpes se fue apagando, hasta completar un partido flojito. Sin embargo, nadie le podrá quitar, en su despedida, haber convertido el gol decisivo, el que le dio un nuevo título a Boca. Y mucho menos le quitarán la satisfacción de haber celebrado su gol con un grupo de amigos colados en un costado de la cancha.

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