No fue una gran noche de fútbol, la verdad antes que todo. Pero no siempre todo lo que River se propone consigue plasmarlo sobre un campo de juego. Sin embargo, la ventaja más decisiva, la del jugador distinto, le alcanzó esta vez para sacar otro triunfo de la galera. Porque entre los once jugadores que Leonardo Astrada mandó a la cancha para afrontar el compromiso con el Junior de Barranquilla estaba Marcelo Gallardo. El volante, el toque de talento que destaca a la formación de la banda roja, no vivió la más exquisita de las veladas. Pero dos toques le sobraron para dejar su marca grabada, sobre el césped, en el resultado y en la tabla de posiciones del Grupo 5 de la Copa Libertadores.
Fue el rendimiento del ex jugador del Mónaco de menos a más. Y esa performance creciente tuvo que ver tanto con la manera en que las marcas que el equipo visitante dispuso sobre los principales jugadores locales fue aflojándose con el correr de los minutos, como con la escala ascendente con la que Gallardo fue cobrando confianza a lo largo de los 90 minutos, asumiendo el protagonismo de la conducción del equipo. Así, un partido cuya resolución estaba discutida en los primeros minutos del segundo tiempo, desembocó finalmente en el resultado más deseado por los hinchas riverplatenses.
El conjunto local jamás perdió la iniciativa, sí por momentos la brújula. Eso sucedió en los momentos en que la brega incansable de la mayoría de los futbolistas visitantes superaba el ingenio y la precisión de los que proponían jugar. El Junior apostaba sus fichas a un solo delantero: Martín Arzuaga no defraudó cuando, muy poco después de la apertura del marcador, sacó un bombazo furibundo que puso el empate transitorio, superando a Ameli y venciendo la loca voltereta de Costanzo. En ese momento era difícil asegurar que el partido se resolvería favorablemente para un equipo que quería más de lo que podía. Nadie podía argumentar que el empate le caía mal al encuentro.
Pero River tiene a Gallardo, que a veces no juega para 10, pero que le sobra cuando lo hace para 7. De un corner ejecutado por el volante había nacido la apertura, un cabezazo de Farías que superó la línea del arquero Pérez. De otro corner casi llega el desnivel, cuando el golpe de cabeza se fue por encima del horizontal. Pero cuando Peñaloza derribó a Fernández en el área, y el penal fue irremediable, Gallardo y su botín aterciopelado lo transformaron en el segundo gol.
Puntaje ideal para River en la Libertadores, la clasificación para la siguiente fase asegurada. Con la victoria, suma 12 puntos, contra 6 de Junior y 3 del Olmedo, que anoche jugaba con Nacional de Montevideo, que no reunió puntos.