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A cargo de su destino
Por Daniel Guiñazú
El contrato que Jorge Rodrigo Barrios acaba de firmar en Los Angeles con Oscar de la Hoya para que la empresa promotora del Golden Boy le maneje su carrera como campeón mundial OMB de los superplumas es una de las mejores noticias que puede entregar el boxeo argentino de estas semanas. Después de años de boxeadores y managers apartados por decisiones propias y ajenas de la gran escena internacional, la Hiena y su manejador, Mario Arano, decidieron pisar fuerte y probarse sin engaños en el país, Estados Unidos, que sigue dando la medida de los éxitos y los fracasos del mundo del boxeo.
Barrios defendería su título por primera vez el 16 de junio en Las Vegas ante Antonio Davis, 9º en el ranking superpluma OMB, o ante el ex tricampeón Johnny Tapia, en la misma velada en la que Bernard Hopkins expondrá su corona unificada de los medianos ante Jermain Taylor. Que un campeón argentino integre semejante cartelera no es una concesión graciosa de De la Hoya ni una muestra de buena voluntad hacia el boxeo de estas tierras.
Es, primero y antes que nada, la consecuencia de la actuación consagratoria de Barrios ante Freitas, a pesar de la derrota. Y, después, una muestra de la seguridad que se tienen el boxeador y su manager. Fueron ellos quienes convencieron a De la Hoya de firmar el contrato antes de la pelea ante Mike Anchondo.
Ninguno de los 27 campeones mundiales profesionales de la Argentina eligió a los Estados Unidos como cabecera de campaña. Sin ir más lejos, Monzón hizo pie en Europa y sólo una vez combatió en el Norte como campeón de los medianos (en 1975, en el Madison de Nueva York ante Tony Licata). En los últimos tiempos, las opciones mayoritarias pendularon entre pelear en Europa o hacer defensas de cabotaje en la Argentina escudados en la convertibilidad, mientras duró.
Barrios desconoció toda esta historia. Y no quiere que se dude de su valor. Podrá ganar o perder. Pero decidió que será ante los mejores, y con el mundo como testigo. Después de años de campeones con complejo incurable de inferioridad, la Hiena se hace cargo de su destino y va en busca de la plata grande que únicamente está en los rings de los Estados Unidos.
Que le vaya bien es lo menos que se le puede desear. Por guapo, arriba de los rings y, desde ahora, también abajo.