DEPORTES
› OPINION
Nada que ver con el juego
› Por Diego Bonadeo
¿Qué les vamos a andar exigiendo el cumplimiento de los preceptos constitucionales a quienes bucean en las alcantarillas? ¿Cómo se les puede recordar aquello de “las acciones privadas de los hombres (y de las mujeres, omitieron los prohombres de 1853) que de ningún modo ofendan la moral y el orden públicos están solamente reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados...” a quienes de la Constitución quizá sólo conozcan la parada del 60, algún andén y quizás los baños de la estación?
La cultura escatológica que enmarcó el tratamiento de los supuestos –o reales, es cuestión de ellos– diferendos entre los zagueros de River Horacio Ameli y Eduardo Tuzzio, instando y fomentando únicamente fantasías morbosas a quienes consumen todo lo que nada tiene que ver con el juego, forma parte del vale todo escrito, radial y televisivo.
Pero los adherentes de toda laya a esta cuestión de andar hurgueteando intramuros de los otros jamás se ocuparán no solamente de cuestiones familiares ni mucho menos comerciales, de muchos de los corruptos de toda índole que los emplean, sino que seguramente ocultarán con minuciosidad cualquier desliz de cualquier índole que pueda salpicarlos.