–¿Qué pasa con el fútbol argentino?
–El nivel del fútbol local es, desde hace cinco años, bueno y muy parejo. Ya casi no se marcan diferencias entre los denominados clubes grandes con los chicos, aunque siempre tienen una pequeña ventaja por contar con un plantel más rico.
–¿Se puede mejorar aún más la calidad de los torneos?
–Si se quisiera superar el nivel actual sólo podría hacerse a partir de los jugadores. El tema es que, constantemente, se están yendo los mejores futbolistas. A todos los equipos, cuando están formando un plantel, les venden los mejores valores al exterior y así, este proceso, va quitando calidad al juego.
–¿Cree que los clubes se apuran en vender a las promesas?
–Coincido con lo que alguna vez dijo Carlos Aimar acerca de que los jugadores deberían tener, como mínimo, una base de entre 50 y 60 partidos en Primera antes de ser vendidos. El problema es que es imposible llevarlo a cabo, principalmente, por los inconvenientes económicos que afrontan la mayoría de los clubes. Puede ser también que, a partir de esta necesidad de las instituciones, se pierda parte de la preparación técnica que tenían los futbolistas de inferiores años atrás. También influye el hecho de que ahora se le dé prioridad al trabajo físico con respecto al técnico.
–¿Existe alguna propuesta o línea de pensamiento que aseguraría mejorar la calidad de los torneos?
–Lo importante acá es que se debe seguir la línea de Brasil. Ellos, jugando en forma ofensiva, salen campeones siempre y sus selecciones menores siempre son candidatas. Ganaron la Copa de las Confederaciones, Paranaense y San Pablo juegan la final de la Libertadores... Brasil es la mejor de todas las selecciones. Hay que seguir ese ejemplo, y no el de aquellos que quieren un fútbol defensivo. Creo que la fórmula para mejorar la calidad de nuestro fútbol sería profundizar las propuestas de ataque, con nuestra idiosincrasia, temperamento y profesionalismo, pero siempre pensar en atacar antes que en defender.
–¿Qué le parece la forma en que Pekerman trabaja en la Selección?
–Me gusta mucho cómo está jugando Argentina. Yo siempre fui defensor de Bielsa y ahora lo soy de Pekerman porque hace jugar al equipo con el mismo fútbol que pregonó en los seleccionados juveniles, con conceptos simples como tener respeto por la pelota e intentar jugarla a ras del piso, pensando siempre en el arco contrario.
–¿Supone que los torneos largos permitirían también mejorar la calidad de los espectáculos?
–Los campeonatos cortos representan otro factor que se debería evaluar. Quizás este tipo de certámenes son buenos por el interés que despierta en los equipos la posibilidad de clasificar a las diferentes Copas. Pero a su vez complica todos los tiempos de nuestro trabajo. En este punto, también coincido con lo que alguna vez dijo José Yudica acerca de que los campeonatos largos permitían mejorar la calidad de los espectáculos. En ese tipo de torneos no se vive bajo una presión constante y, quizá, se pueden programar diferentes trabajos que permitan mejorar el nivel de juego de los equipos. En ese sentido, la vuelta a los campeonatos largos sería lo mejor. Pero hay que tener en cuenta que ahora está la televisión y parece que esto no le conviene a nadie.
–Hace un tiempo se instaló en la Argentina la sensación de que el puesto de “armador” o “número diez” clásico está desapareciendo.
–Todo lo contrario. Por algo es que este tipo de futbolistas siguen siendo los que más valen. Aimar, Riquelme y Zidane son siempre los que terminan marcando la diferencia. De todos modos, eso no significa que, ante alguna circunstancia, algún equipo mío pueda llegar a jugar alguna vez con dos líneas de cuatro. Pero creo que el clásico “número diez” no va a desaparecer.
–¿Existe algún otro factor que impida a los futbolistas de inferiores mejorar su capacidad técnica?
–Se está evaluando la posibilidad de implementar los descensos en las divisiones inferiores, así que todo se haría todavía más difícil.

Entrevistó: Carlos Altea.