Siete meses atrás, tras desvincularse de Huracán de Tres Arroyos, club con el que ascendió a Primera, Eduardo Anzarda recibió una propuesta para dirigir el seleccionado de Arabia Saudita, junto con Gabriel Calderón, ex jugador de Racing, Independiente y la Selección Argentina. El cuerpo técnico que ambos conformaron logró que el equipo fuera uno de los primeros en clasificarse para jugar el Mundial de Alemania, y aseguran que están en condiciones de avanzar a los cuartos del final del torneo que se disputará dentro de un año. De vacaciones por Buenos Aires, Anzarda reseñó en una charla con Página/12 su rica experiencia deportiva en una nación en conflicto, donde todo parece estar atravesado por la religión y el fundamentalismo islámico, mientras la pelota pareciera ser un punto de contacto en medio del choque de dos civilizaciones.
“Trabajábamos con un traductor, un muchacho marroquí que nos ayudó mucho. Los jugadores que tuvimos a cargo fueron muy cordiales con nosotros y siempre estuvieron dispuestos al trabajo. La relación que hicimos fue bárbara y resultó fundamental para asegurar el éxito deportivo”, aseguró.
En noviembre del 2004, la federación saudita de fútbol, presidida por el príncipe jeque Abdul Asís, decidió contratar a los entrenadores argentinos. Se contactaron con Calderón, quien residía en España y trabajaba en un programa de capacitación de entrenadores auspiciado por la FIFA. El ex delantero convocó a Anzarda, con quien mantiene una amistad de más veinte años, para que lo acompañara en esta aventura futbolera.
“La verdad es que empezamos mal –recuerda Anzarda–. Pero esa experiencia nos sirvió para conocer a los jugadores y conocer el contexto competitivo que tendríamos por delante. Además, los dirigentes nos dieron su respaldo”, señaló el técnico. El comienzo estuvo lejos de ser auspicioso. En enero, Arabia Saudita llegó favorito a la Copa del Golfo de Qatar, pero fue rápidamente eliminada tras caer 3-1 ante Kuwait y 3-0 frente a Bahrein.
Pese al tropiezo, el equipo se recuperó luego en las Eliminatorias, a pesar de que tuvo que enfrentar un grupo muy difícil junto con Corea del Sur, Uzbekistán y Kuwait. El seleccionado verde inició su participación en febrero, ganándole a Corea 2-0 como visitante, y desde allí todo se encarriló. Los sauditas se perfilaron como los líderes de la zona y, al vencer por 3-0 a los uzbekos, lograron el pasaje al Mundial en junio pasado.
La satisfacción de haber logrado el objetivo deportivo no puede empañar las duras condiciones de vida a las cuales debieron adaptarse los argentinos. “Allá vivíamos en un barrio privado, especialmente diseñado para los extranjeros. Teníamos custodia militar permanente porque los occidentales suelen ser objetivos de Al Qaida, que realizó varios atentados mientras estábamos allá. Pero por suerte nunca nos pasó nada”, remarcó Anzarda.
“Lo único que podíamos hacer allá era ir al shopping, que dicho sea de paso es uno de los pocos lugares donde las mujeres pueden ir, aunque se las ve siempre tapadas con un traje que se llama burka y les cubre desde la cabeza hasta los pies. Desde ya que a la cancha no pueden entrar”, explicó. Agustín Mario Cejas, el ex arquero de Racing que integraba el cuerpo técnico como entrenador de arqueros, no pudo adaptarse al complicado contexto cultural y retornó a la Argentina luego de un par de meses.
El seleccionado de Arabia Saudita es, según Anzarda, un equipo que juega un 4-4-2, sin enganche, con dos volantes que juegan por adentro y dos por afuera, que apuesta al buen manejo y que mantiene “una permanente actitud ofensiva”. Y eso se debe a que los árabes tienen una especial predilección por el fútbol sudamericano. “Intentan parecérsenos. Apuestan a poner la pelota contra el piso y tocar corto. Por eso es que siempre prefieren técnicos brasileños o argentinos. Jorge Solari, quien dirigió al equipoque clasificó al Mundial de Estados Unidos, en 1994, dejó un buen recuerdo.”