DEPORTES
“Si no puedo regresar a jugar al fútbol, no será la muerte de nadie”
Carlos Azcurra, el futbolista baleado por un policía en Mendoza, no está seguro de retornar a las canchas. Los especialistas que trabajan en su rehabilitación no saben cómo podrá reaccionar su físico.
“Me estoy recuperando, ojalá pueda volver a jugar. Pero si no puedo, no habrá ningún problema, porque dejar de ser futbolista no es la muerte de nadie”, aseguró emocionado Carlos Azcurra, el defensor de San Martín de Mendoza baleado en pleno campo de juego, el domingo 11 de septiembre pasado, cuando durante el clásico ante Godoy Cruz, el cabo Marcial Maldonado descargó once perdigones de goma a menos de 20 centímetros de distancia que le provocaron la pérdida de un tercio de su pulmón derecho y graves heridas en su diafragma e hígado. Azcurra, que estuvo interando dos semanas en tera-
pia intensiva y ahora lleva adelante un proceso de rehabilitación en el gimnasio de Futbolistas Argentinos Agremiados, en el barrio de Constitución, no está seguro aún del regreso.
–¿Por qué no?
–Me llamó un montón de gente que había escuchado que en enero iba a hacer la pretemporada con el resto del plantel, pero no es así. Me están exigiendo más y, por suerte, estoy respondiendo, pero todavía no hay nada seguro.
–¿Qué se acuerda de aquel día?
–Los recuerdos son muchos, porque yo no perdí el conocimiento cuando recibí los balazos de goma. Todas son sensaciones muy feas: el dolor que sentía, la preocupación de mis compañeros y, sobre todo, los gritos del Colorado Bertona, el médico de San Martín que pedía constantemente que todo se hiciera rápido. Primero sentí un impacto muy fuerte, después mucho dolor y, enseguida, una quemazón muy fuerte por dentro que no me dejaba respirar bien.
–¿Llegó a decirle algo a la policía el día del accidente?
–Fue todo muy rápido, pero yo estaba yendo hacia la policía cuando de repente sentí el impacto. Ni siquiera pude pedirles que no dispararan hacia la tribuna donde estaban mis familiares.
–¿En qué pensó antes de perder el conocimiento?
–Muchas cosas feas. Sentía que no podía seguir más, que todo se acababa porque no podía respirar. Cada vez que intentaba tomar aire sentía como fuego, había algo que me quemaba.
–¿Y cuándo volvió a despertar?
–Eso ocurrió el lunes y sólo recuerdo algunas imágenes: tenía tubos, un respirador y cables que me salían por todos lados. A partir del miércoles, todos los recuerdos son más claros. Cuando llegó a la clínica gente del ámbito político me di cuenta de que era muy grave lo que me había pasado.
–¿Habló con el policía que le disparó?
–No tengo intención de reunirme con Maldonado ni nada por el estilo. Tampoco quiero decir nada de él, porque no soy nadie para juzgarlo. El caso ya está en manos de un grupo de abogados y ellos se encargarán de hacer lo que sea necesario. A mí no me interesa lo que diga él ni sus abogados. El caso ya está en la Justicia. Yo no quiero hablar más de él. Cada uno sabe lo que hizo y cómo procedió.
–Pero él le mandó una carta de disculpa...
–Al tercer día de internación hubo policías que frenaban a mi mamá o a mis hermanos dentro de la clínica para que tomaran una carta, que terminó aceptando un amigo y luego la tiró. A las tres horas, todos los medios decían que mi familia había leído la carta de Maldonado. Fue una estrategia muy fea, porque ése no era el momento para intentar hacer algo así. Mis familiares buscaron el sobre y, por los términos que tenían, era claro que no pertenecía al cabo. Incluso, se rumoreó que había sido escrita por la secretaria del ministro de Seguridad de la provincia o algo así. Se portaron mal, porque mi vida estaba en peligro y a ellos solo les interesaba su estrategia.
–¿Cómo sigue su carrera?
–Por el momento sigo con la rehabilitación. No me interesa pensar mucho en el futuro ahora. Soy consciente de que tuve mucha suerte. Si vuelvo a jugar será una alegría enorme pero, si no, no será la muerte de nadie.
Entrevista: Carlos Altea.
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