La victoria por puntos y en fallo unánime de Jorge Rodrigo Barrios ante Nazareno Ruiz, obtenida el sábado por la madrugada en San Nicolás, nada agrega y nada quita a la trayectoria del campeón superpluma de la Organización Mundial de Boxeo. La Hiena no estuvo en una de sus mejores noches y así lo reconoció en sus declaraciones posteriores. Pero tampoco podían esperarse grandes cosas de él. Barrios es uno de esos boxeadores que rinde según la importancia de la pelea. Y este combate fue sólo un pretexto para despedir el año 2005 y mostrarse ante las cámaras de televisión. Nada más ni nada menos que eso.
Ruiz (61,200 kg) no es un boxeador cualquiera. Fue campeón argentino de los livianos, conoce el abecé del boxeo como la palma de sus manos y deslució a Barrios (61,200 kg) con armas sencillas: retroceso permanente y contragolpes esporádicos. A la Hiena no le abunda la creatividad cuando las peleas se le complican. No le sobran las variantes estratégicas. Y esta vez volvió a demostrarlo. Le costó encontrarlo a Ruiz. Y cuando consiguió hacerlo, no pudo colocarle manos certeras. Ganó con claridad (acumuló 6, 6 y 6 puntos y medio en las tarjetas de los jurados) por una simple cuestión de jerarquía. Pero el mejor Barrios no estuvo en San Nicolás. Ni siquiera pasó cerca.
Si se le quiere buscar el lado positivo a una actuación tan inexpresiva, tan vacía de emociones, podría decirse que le vino bien a Barrios completar los 10 rounds. En 2005 había combatido en sólo dos ocasiones. Y había totalizado, apenas, menos de cuatro rounds ante Mike Anchondo, cuando ganó el título en Miami, y menos de dos ante el portorriqueño Víctor Santiago, cuando lo defendió por primera vez en Córdoba. Necesitaba tiempo de ring La Hiena. Y eso lo tuvo de sobra, de cara a un 2006 en el que, seguramente, tendrá peleas importantes.
Barrios combatirá el 25 de marzo en EE.UU. Podría defender su corona ante el húngaro Janos Nagy, dos veces ganador de Pablo Chacón. Y también podría unificar el título ante el mexicano Marco Antonio Barrera, campeón superpluma del Consejo y la Federación. Ante cualquiera de los dos, sería un pecado repetir una tarea tan poco relevante. Pero no hay que asustarse. Es en las situaciones difíciles cuando aparece la mejor versión de La Hiena.