DEPORTES
› FRANCIA
Très mal
› Por Pablo Vignone
Curioso. La Francia de aquel delantero impresentable, Guivarch, fue campeona del mundo, cuatro años atrás. Esta de los blasones, afiatada y presuntamente afilada, con más y mejores hombres de punta, quedó eliminada en la primera ronda, en la actuación más espantosa que las estadísticas recuerden de un campeón del mundo: tres partidos, un punto, ningún gol.. Très mal. Pero, ¿por qué Francia quedó eliminada? No sólo porque los tenaces daneses aprovecharon las que tuvieron a favor y se apresuraron a contratar a los palos para que jugaran para ellos.
Curioso. Cuando en la Argentina se habla de refundar la República, la Francia que chapeó con De Gaulle careció de gol. Pero, ¿a quién representaba esta Francia? Ciertamente, no al campeonato francés, al laboratorio de fútbol de sabor galo, no a un producto estrictamente Made in France, sino a una diáspora reagrupada bajo el sino del pasaporte.
Curioso. Francia fue eliminada, pero no el fútbol francés. Porque en esta Copa del Mundo, la bandera del fútbol francés, ese juego chispeante y embriagador, no la llevaban los escogidos de Roger Lemerre sino los muchachitos de Bruno Metsu, los simpáticos senegaleses, uno de los mejores equipos de esta tibia primera fase. Como que 21 de los 23 jugadores del plantel estiran las piernas en la Liga Francesa. En la selección del Gallo sólo cinco jugadores actúan puertas adentro.
Este Mundial de la Globalización, transformado en el torneo de la desnacionalización –como fue ampliamente explicado en la edición de Líbero del 27 de mayo pasado–, pone en cuestión la representatividad de los conjuntos nacionales como exponentes de un estilo propio. Este sorpresivo (pero no tanto) resultado de anoche no hace más que acentuar el dilema. ¿A quién representa Francia, si su fútbol lo encarnan mejor los senegaleses? Cuando surge el clamor a favor de Metsu como reemplazante de Lemerre, ¿se prioriza la calidad o simplemente el gusto, el olfato, el sentido nacional?
Acaso sea hilar demasiado fino. A medio globo de distancia, obligados a producir reflexiones solamente a partir de lo que nos entrega una TV somnolienta, sin el beneficio de la comprobación, las conclusiones precipitadas pueden resultar erróneas. Es el signo indeleble de un Mundial telemático.
Pero el corolario es obvio. En el mismo camino de Francia está la Argentina. Que no sólo cuenta con mayoría de jugadores actuando en el exterior sino que, además, practica un estilo poco identificado con la tradición. Bueno o malo, ése es otro cantar. Pero, es indudable, poco representativo de las cualidades innatas del futbolista argentino.
Cuando el lector llegue a estas líneas, se sabrá si la Selección Argentina sigue en carrera. Se espera no tener que reproducir esta reflexión mañana mismo, en esta misma página. Porque, la verdad, es que lo poco de fútbol argentino que se ha visto en el Mundial, hasta ahora, lo ha mostrado Michael Owen...