DEPORTES › EL TENIS DISCUTE LA CHANCE DE DISCUTIR PUNTOS
› Por Sebastián Fest
Desde Miami
“¡Yeah!” Paul Goldstein grita en la noche de Miami. Acaba de desafiar al juez de silla y el “ojo de halcón” le dio la razón. “¡¡Buuuuuuhhh!!” El público disfruta de lo lindo: David Nalbandian hizo entrar en acción al “Hawk Eye”. Y se equivocó: el juez de silla tenía razón.
El experimento que están llevando a cabo la ATP y la WTA en el torneo de Miami, el más importante del mundo después de los cuatro de Grand Slam, está teniendo un remarcable éxito. Roger Federer, el número uno del mundo, lo recibió con cierto desprecio, pero hasta él está comenzando a cambiar de idea. “Lo que está sucediendo es una locura”, dijo el suizo hace unos días, cuando se enteró de que se invertirían 100.000 dólares para instalar el sistema en el estadio de Crandon Park. Pero el sábado, en su exitoso debut en Miami, su posición fue algo diferente.
“Obviamente estaba feliz”, dijo cuando se le hizo notar que logró cambiar un fallo del juez durante su partido ante el francés Arnaud Clement. Aunque no siempre tuvo esa suerte: “Me sentí como avergonzado cuando no aceptaron mi otro reclamo”. Por eso, dejó su decisión final para el futuro. “Hay que darle tiempo”, concluyó Federer acerca del nuevo sistema.
La innovación no es menor. Lo que se está intentando saber en Miami es si las nuevas tecnologías tienen un lugar en el tenis o no. Mediante un sistema de cámaras especiales y sendas pantallas gigantes en el estadio central, los jugadores tienen la posibilidad de pedirle al juez de silla, dos veces por set, que active el sistema para comprobar si una pelota fue buena o mala. Cada vez que un jugador hace la seña de “ojo de halcón” en dirección al árbitro, un golpe de electricidad recorre el estadio. ¿Qué dirá la pantalla? Y los estadounidenses, tan afectos al show, están encantados con el añadido. Gritos de apoyo, risas socarronas o burlas acompañan el momento.
El español Carlos Moyá, uno de los veteranos del circuito y que cayó el domingo ante Agustín Calleri, está encantado con el nuevo sistema, y no entiende los reparos de Federer. “Yo lo veo como muy positivo para el tenis. No ralentiza el juego, tarda cinco o seis segundos, y para los espectadores es algo muy bueno”, le comentó a la agencia DPA el ex número uno del mundo. “No lo entiendo a Federer. La verdad que no lo entiendo. Igual es que los grandes jugadores a lo mejor tienen más fallos a favor de ellos y con esto se iguala un poco la cosa... (ríe). No, es broma, pero no entiendo, no sé qué argumenta para decir que no le gusta.”
El dinero está bien gastado, añade. “Si se piensa que con todo el dinero que hay en juego te pones en manos de gente que no es profesional, de jueces de línea que no creo que vivan de ser jueces... Probablemente es la parte más importante del juego, ya que la velocidad de la bola es cada vez más alta, y es normal que se equivoquen. Pero hay muchas cosas en juego para estar en manos de ellos”, remarca el mallorquí.
No coincide con él el chileno Nicolás Massú, que casi escandalizado se preguntó cómo puede la ATP “gastar tanto dinero con las necesidades que hay en el circuito”. Lo dice Massú, que suma más de tres millones de dólares en premios en un puñado de años como profesional.
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