DEPORTES › JÜRGEN SPARWASSER, GOLEADOR DE ALEMANIA ORIENTAL
El 22 de junio de 1974, en el Mundial, Alemania Democrática venció 1-0 a Alemania Federal en lo que se consideró como el partido de la Guerra Fría. El autor del gol ya es un icono.
› Por Jose Comas*
Desde Berlin
Jürgen Sparwasser ya entró con 58 años en la historia de Alemania. Su camiseta ocupa un lugar como uno de los iconos de la Casa de la Historia en Bonn, el museo de los últimos 50 años de Alemania. Se trata de la camiseta que llevó aquel 22 de junio de 1974 cuando, en Hamburgo, Sparwasser, delantero de la República Democrática Alemana, metió a Sepp Maier, arquero de Alemania Occidental, el gol del 1-0 y la derrota del equipo de la RFA. Algunos lo interpretaron incluso como el triunfo de la Alemania comunista sobre la capitalista.
–¿Aquel gol fue una maldición o una bendición para usted?
–El que tenga que ver con el fútbol sabe que aquel partido fue muy importante para las dos Alemania. Fue la primera vez que ambos equipos se enfrentaban en un Mundial. El gol fue el resultado de una muy buena jugada de tres pases. Haber marcado aquel gol influyó en mi carrera profesional.
–Se dijo que usted tuvo problemas, que hubo envidias y reacciones negativas en la República Democrática Alemana.
–Una parte de los habitantes de la RDA no estaba de acuerdo con el sistema político del país, con el socialismo. Esas personas reaccionaron negativamente. Todos esperaban y creían que perderíamos el partido, que nos meterían cinco o seis goles. Por eso surgieron envidias y antipatías. No sólo contra mí sino también contra mis compañeros. Eso es lo negativo, que uno conoce al final.
–¿Qué premio recibieron?
–Por la victoria, nada. Recibimos 2500 marcos por pasar a la segunda ronda.
–¿Marcos orientales?
–No, occidentales. Cada uno equivalía a cinco orientales.
–Bueno, eso estuvo mejor. ¿Es cierto que aquella noche salió usted por la Reeperbahn?
–Por la noche cenamos en el hotel, que no estaba lejos de Sant Pauli. Entrada la noche, les pregunté a mis compañeros: “¿Qué hacemos ahora, nos vamos a la Reeperbahn?” Ellos estuvieron de acuerdo. Yo pregunté a la policía, que era responsable de nuestra seguridad en el hotel, y también a un chofer. Este nos dijo que no había ningún problema. Pero luego me dijo que era mejor que me quedara en casa, porque si me descubrían en la Reeperbahn se iba a quedar sin trabajo. Y no se sabe qué habría sucedido si yo hubiera aparecido por la Reeperbahn. Me tuve que quedar bebiendo cerveza.
–Los otros dos sí fueron.
–Sí, claro.
–¿No hubo problemas con los delegados de la selección?
–Eramos muy abiertos. Nuestros seguidores podían entrar en nuestros hoteles y visitar nuestros entrenamientos a cualquier hora. No había nadie que nos vigilara.
–Así que la Stasi (la policía política de la RDA) no era tan mala.
–La Stasi no estaba allí. ¡Por el amor de Dios! Estuvimos 15 años viajando por el mundo. Yo jugué 40 partidos europeos. Afirmar que venían agentes de seguridad con nosotros es una estupidez. Los delegados se ocupaban del equipo. No había nadie de la Stasi para vigilarnos. Son rumores estúpidos.
–¿Es usted consciente de que gracias a su gol el equipo de Alemania Federal ganó el Mundial de 1974?
–Sí. Yo vi la final en mi casa de Magdeburgo, completamente solo. Cinco minutos después del partido llegó un mensajero con un telegrama, dirigido a Jürgen Sparwasser, Magdeburgo, sin calle ni más indicaciones. Era un telegrama occidental. Y decía: “Spari –así me llamaban–, te damos las gracias. Toda Alemania te da las gracias”. Fue lo mejor que podía haberles pasado a los jugadores de la RFA. Todos lo dicen. Hace poco estuve con Beckenbauer en Munich y se habló del tema. También lo dicen Netzer, Gerd Müller. Todos lo dicen. Si hubieran ganado...
–... habrían entrado en otro grupo más difícil.
–Sí, además eso. No le habrían ganado a Brasil o a Holanda en los primeros partidos, porque el equipo mejoró partido a partido, hasta ser capaces de ganar la final.
–¿Y lo que dice Berti Vogts, que perdieron el partido a propósito?
–Eso es una tontería enorme. Aquel partido no lo quería perder ninguno de los dos equipos.
–Usted huyó de la RDA con su mujer en 1988. ¿Por qué?
–Nunca planeé hacerme entrenador cuando terminara mi carrera. Después de mi operación de cadera tuve que abandonar el fútbol, y planeaba dedicarme a la docencia. En 1986 vino gente del partido a decirme que debía hacerme entrenador del Magdeburgo. Lo rechacé en tres ocasiones. Les dije que no era lo que yo quería hacer. Pero intentaron presionarme y evitaron que pudiera escribir mi tesis doctoral. Así que entonces destruyeron mi carrera profesional. Yo tenía 40 años y me quedaban 25 de trabajo para recibir la jubilación. Me quedé sin posibilidades de completar mis planes profesionales. Así que decidí irme Con mi mujer, que ya estaba al otro lado.
–¿Se arrepintió?
–No, nunca. Somos dos personas completas, de mentalidad abierta. ¿Por qué no íbamos a intentar salir adelante en otro lugar? No fue fácil, porque tuvimos que empezar desde el principio. Pero lo logramos. Si hubiéramos sabido que año y medio después se abriría la frontera (en 1989 cayó el Muro), quizás hubiéramos actuado de otra manera. Pero no nos hemos arrepentido.
–Usted no era miembro del Partido Comunista.
–Sí, sí. Por una razón determinada. En 1972, la selección nacional de vóleibol ingresó en pleno en el partido. Cuando estábamos en el campo de entrenamiento, les dije a mis compañeros que “mañana mismo” nos llegaría el mismo requerimiento y pensamos qué hacer. Decidimos entrar en el partido, porque no queríamos quedarnos sin asistir a los Juegos Olímpicos de Munich. Por muy buenos que fuéramos, si no hubiéramos entrado, nos habríamos quedado sin Juegos. De modo que entramos, nos convertimos en cadáveres del archivo del partido para no quedarnos sin ir a Munich.
–Netzer dice que Ballack no tiene personalidad de líder porque creció en la RDA.
–Aprecio mucho a Netzer, que es amigo mío. Pero esa declaración, que dio tanto que hablar, no es aceptable. Si se observa a los jugadores de los últimos años, los orientales son los mejores. Ballack, Schneider, Borowski, son los que tienen la mejor formación técnica. Ballack tenía nueve años cuando se abrió la frontera y jugó en Munich y en Leverkusen. Su personalidad se ha desarrollado en muchos lugares. Su personalidad no es la de un líder. En eso le doy la razón a Netzer, pero eso no tiene nada que ver con la RDA. Hay jugadores que juegan muy bien en sus equipos, pero no son capaces en la selección. Hay que decirlo así. Netzer jugó en 1974 cuando había muchos jugadores con personalidad de líder. Hoy tenemos a Kahn, a Lehmann, a Klose, que creció mucho en los últimos años, y a Ballack. Son los cuatro que pueden ser líderes. Pero se necesita mucho más para ser campeones. Ballack no es capaz de llevar el barco a puerto él solo. No tiene el carácter.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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