DEPORTES › KUNO HAUCK, DE LA COALICION CONTRA LA IMPUNIDAD
El pastor protestante, que vivió ocho años en la Argentina, mantiene viva la memoria de lo sucedido durante el Mundial 1978.
› Por Gustavo Veiga
Desde Nuremberg
Kuno Hauck es pastor de la Iglesia Evangélica Luterana, tiene 50 años y un pasado argentino, que incluye dos hijos nacidos en nuestro suelo. Durante 8 años (entre 1985 y 1993) predicó en Ramírez, un pequeño pueblo de Entre Ríos. Aún recuerda el curso intensivo de castellano que hizo en Buenos Aires durante tres meses, ya que había llegado al país sin saber una palabra. Hoy continúa con su actividad a cinco kilómetros de Nuremberg, aunque Hauck es algo más que un religioso. Milita en la Coalición contra la Impunidad, una organización que exige la extradición a Alemania de Jorge Rafael Videla y otros militares de la última dictadura. La razón es que hay 31 desaparecidos de ese origen, y por eso, desde mucho antes del Mundial, él y sus compañeros exigen justicia de todas las maneras posibles. Una de ellas es mediante la evocación de lo que significó el Mundial ’78.
–Nosotros venimos trabajando en derechos humanos, relacionándolos con el fútbol, hace veinte meses. Especialmente por el caso de Elizabeth Käseman, una desaparecida alemana, que nos hizo comprobar, allá por 1977, la vinculación entre el Mundial ’78 y los derechos humanos. Desde entonces sabíamos que no podíamos separar las dos cosas. Y en cuanto nos enteramos de que el Mundial 2006 se realizaría aquí, quisimos tomar contacto con la Asociación de Fútbol local para exigirle que pida disculpas por las declaraciones imperdonables que realizaron algunos jugadores y especialmente el presidente de la entidad, Hermann Neuberger.
–A propósito de la relación que existe entre el fútbol y la política... Ustedes piden que se estudie la creación de un código que vincule al deporte internacional con los derechos humanos, ¿de qué se trata?
–Esta exigencia nace por mi trabajo en otras áreas, como en la producción de bananos en Costa Rica, que yo critiqué. Si en el comercio debe haber un código ético para respetar normas sociales y ecológicas, en el deporte tendría que ser lo mismo. Porque se hacen muchas cosas que no deberían hacerse. Yo siempre invoco el caso de los futbolistas de la Unión Soviética que se negaron a jugar contra Chile, en el estadio Nacional de Santiago, donde se torturaba, durante la dictadura de Pinochet.
–¿Y qué hacen hasta tanto se establezca ese código que haga incompatible al deporte con las dictaduras, por ejemplo?
–Nosotros, en el 2005, cuando se jugó aquí en Nuremberg la Copa de las Confederaciones, estuvimos parados afuera del estadio con nuestros carteles. En castellano, habíamos escrito: “¿Dónde están?”. Y pasaron muchos hinchas argentinos y la mayoría nos felicitó por hacer memoria sobre una herida que, hasta hoy, no cicatrizó. No es que por el Mundial armamos rápido una respuesta de este tipo para sacarle provecho.
–O sea, ¿con ello buscaban que no se repitiera más un Mundial ’78, bajo una dictadura y en aquellas circunstancias?
–Exactamente. Nosotros los alemanes lo hemos vivido en los ’30, cuando Hitler usó los Juegos Olímpicos de Berlín para glorificar su régimen nazi. Y nosotros decimos ahora que, en dos años más, todo el mundo irá a China, por los Juegos. En la actualidad, ése es un país que tiene cosas maravillosas, pero por otro, muchos problemas con los derechos humanos. ¿Bajo qué circunstancias viajarían los deportistas alemanes a competir? ¿Con una cinta en la boca para no decir nada? Por eso, debe haber un código en el deporte. Ningún país debe violar el derecho a la libre opinión de los deportistas que compiten.
–En Alemania, ¿al Mundial lo están manipulando desde el gobierno?
–Si todos los políticos van a los partidos de Alemania, a mí no me cae bien. Porque se utiliza al deporte. Lo hizo también el gobierno anterior. Acá, la FIFA es como el big brother, el Gran Hermano que controla todo. El año pasado, en aquel partido entre Argentina y Australia, no nos permitieron entrar al estadio con dos carteles que decían “verdad y justicia”. Por orden de la FIFA, que no respeta un derecho fundamental del ser humano como es expresar una idea valiosa.
–La Coalición contra la Impunidad es una organización que desde los derechos humanos se ocupó como muy pocas del deporte. ¿Por qué?
–He intercambiado dos cartas con el actual presidente de la Asociación Alemana de Fútbol. Intercambiamos opiniones y discutimos. El, por ejemplo, sostiene: no hay nada de qué disculparse, porque no estaba como presidente en ese momento. Pero nosotros no vamos a retroceder en nuestros reclamos. Yo, por ejemplo, cuando era un joven estudiante, le escribí cartas a Videla por intermedio de Amnistía Internacional en la campaña “Preso del mes”. Y me di cuenta de que ese trabajo tenía sentido, que no fue en vano.
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