–¿Sintió verdadero aquel preconcepto que tilda a los alemanes como personas distantes y frías?

–Si bien en apariencia muchas veces sí resultan ser fríos y distantes, a la hora del trato personal son amables, hospitalarios y solidarios.

–¿Cuáles son las diferencias más marcadas que podrían puntualizarse entre la sociedad argentina y alemana?

–Ellos tienen un pasado muy duro, pasaron por una guerra terrible. Pero aprendieron de esa devastación y gracias a su constancia pudieron resurgir al país. Entiendo que gran parte de su éxito se encuentra en la gran importancia que le otorgan a la cultura, a la cual ven como el único camino para crear una sociedad de avanzada. Por ejemplo, a los 17 años, cualquier alemán, más allá de su condición social, habla inglés a la perfección y eso, en el mundo de hoy, no es poco.

–¿Hubo algún hecho que lo haya sorprendido?

–En los colectivos se puede sacar el boleto ida y vuelta como sucede acá con el tren. A la hora de ir a trabajar, la mayoría de los alemanes sacan este tipo de ticket, pero lo que me llamó la atención fue que a la hora del regreso nadie revisa los tickets. Es decir, nadie descree de la lealtad del otro porque entienden que nadie tiene motivos para hacer trampa.