–Antes del inicio del Mundial hubo alertas sobre posibles atentados y marchas racistas. ¿La FIFA les dio alguna advertencia especial en caso de que se registrara algún atentado o manifestación dentro de los estadios?

–La única instrucción fue que informáramos todo lo que podrían llegar a ser expresiones racistas, que debíamos estar pendientes de algún posible detalle. Afortunadamente eso no ocurrió.

–¿Y en caso de que los jugadores tuvieran actitudes racistas entre ellos?

–En este tipo de caso se privilegia el criterio del árbitro. Una actitud racista es un insulto, por lo tanto el juez debe sancionar con tarjeta roja al jugador que la realiza, como ocurriría con cualquier otro tipo de insulto o agravio. Pero por suerte no ocurrió ningún episodio de este tipo. Creo que quedó bien claro que los jugadores se respetaron muchísimo en ese sentido.

–¿Sintió en algún partido que los jugadores lo miraran despectivamente a raíz de su condición de árbitro argentino?

–Jamás sentí que los futbolistas hicieran diferencia alguna por mi condición de juez “no europeo”. A muchos jugadores ya los había dirigido en alguna ocasión, pero también me di cuenta de que el resto ya me había visto dirigir al menos una vez. Los futbolistas sólo dudan cuando no te conocen.