DEPORTES › LA SELECCION ARGENTINA ARRANCA OTRO CICLO, NADA MENOS QUE ANTE BRASIL, EN LONDRES
Dieciséis años después del inicio de su primera experiencia con la albiceleste, Basile presenta a su equipo en un gran clásico. Arriba van el capitán Riquelme, Tevez y Messi.
› Por Gustavo Veiga
El calendario se devoró 65 días entre la eliminación de Argentina en el Mundial de Alemania y el clásico de hoy con Brasil. Pero son muchos más los almanaques que envejecieron entre el primer ciclo de Alfio Basile en la Selección y éste, que arrancó a tiempo compartido con Boca. Entre aquel plantel que condujo a un invicto de 33 partidos y el que comenzó a dirigir esta semana, pasaron dieciséis años que significan un abismo entre las dos etapas. Sólo permanecen inalterables el vozarrón del Coco y el inaccesible sillón de Julio Grondona, quien volvió a contratarlo porque es un tipo con códigos y, entre otras cosas, “no se mete en antinomias”.
Aquel seleccionado del Mundial ’94 engalanado por figuras como Maradona, Batistuta, Caniggia y Redondo era cuestionado por su afición a facturar al uso de gorritas con publicidad y por el marketing de sus estrellas. Incluso, cuando quedó eliminado, sus críticos le cayeron encima por eso, después de que Diego acuñara su célebre frase: “Me cortaron las piernas”. Hoy el negocio excede con holgura a las viseras con avisos que decoraban las cabezas de esos ex jugadores. Y lo controla Renova, una corporación rusa fuerte en productos como el petróleo y el gas, que le pagará a la AFA 18 millones de dólares durante cinco años para que la Argentina juegue 24 amistosos.
El retorno de Basile a la Selección también resultó distinto. Después de que se alejara Carlos Bilardo tras el Mundial ’90, la llegada de su sucesor fue fogoneada por Juan De Stéfano, el ex presidente de Racing. Ahora, en cambio, el DT tuvo que vencer la resistencia de Mauricio Macri para que abandonara Boca. Y pese a ello, hubo un desenlace feliz. La voz áspera del Coco sintetizó lo sencillo que resultó el acuerdo con Grondona: “Fue fácil, no hubo demasiado verso, nos conocemos mucho”.
Otra diferencia entre aquel Basile de 46 años y el que cumplirá 63 el 1º de noviembre es que ahora retuvo su trabajo en el club por 45 días tras decirle que sí al seleccionado. Algo que no es una rareza en la historia del fútbol argentino, porque tanto Guillermo Stábile en la década del ‘30, como César Luis Menotti en la del ‘70, hicieron lo mismo: dirigieron a Huracán y al equipo nacional en simultáneo durante un tiempo.
Cuando el técnico volvió al predio de la AFA doce años después, su personal comprobó un cambio más. Sorprendido por la amplitud y el confort de las instalaciones, Basile no sólo las elogió; además, se quiso interiorizar sobre el destino de los miles de videos que están desparramados frente al salón donde se realizan las conferencias de prensa. Una herencia legada por Marcelo Bielsa y José Pekerman y que el todavía entrenador de Boca no va a soslayar. “Yo soy ofensivo, pero no soy boludo”, confesó una vez.
Como fuere, es difícil creer que Basile pueda experimentar una metamorfosis de identidad futbolera. Y que sea capaz de pedirles a Rubén Díaz y a Jorge Ribolzi que observen aquellos videos para saber cómo patean los penales algunos rivales. Tamaña obsesión por el detalle le permitió al alemán Lehmann atajarle uno a Roberto Ayala y otro a Esteban Cambiasso aquella aciaga tarde del 30 de junio en el estadio Olímpico de Berlín. Un papelito que ocultaba el arquero en una media contenía los nombres de los ejecutores y de qué modo habían rematado penales anteriores.
Las ideas del técnico parecen ser muy claras. Se trata de un tipo ganador que, a su edad, les señala el camino a otros colegas que están sin trabajo o a punto de jubilarse. Carlos Bianchi se bajó solo, a Marcelo Bielsa ya le pasó su oportunidad, Américo Gallego, un ganador como él, no tenía plafond para dirigir al seleccionado, y siguen las firmas. Por eso, no había un entrenador mejor para este momento de la Selección.
“4 a 0. Así me gustaría que ganemos”, dijo Basile antes de partir hacia Londres. Su buen humor lo transmitió hasta las horas previas al clásico, con esa rara mezcla de risueños vocablos en inglés y verbos bien nuestros. “Los players van a hablar, pero no los jodan cuando descansan”, les sugirió a los enviados especiales.
La goleada como expresión de deseos, dedicada a Brasil, puede parecer una irreverencia. Sin embargo, viniendo del Coco, con el agrande bien entendido que trae después del 7 a 1 que Boca le propinó a San Lorenzo, más que una bravuconada parece una inyección de confianza. Resta esperar para saber si capitalizará dos cosas: su paso anterior por la Selección y los doce años de experiencia que acumuló desde su renuncia en el ’94. Da la sensación de que sí. Aunque sus jugadores tendrán la última palabra.
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