Muy pobre resultó la presentación de la Selección Argentina ante Suiza. Lejos de las ilusiones que despertaban las presencias como titulares de Lionel Messi, Carlos Tevez y Hernán Crespo y un mediocampo muy ofensivo, el conjunto de Basile mostró una imagen muy pálida, casi sin cambios de ritmo y con muy pocas ocasiones de gol. Por eso, apenas logró un empate 1-1 ante un rival que se limitó a defenderse y aprovechar una de las pocas chances que tuvo para acceder a la igualdad. Tevez, en la única combinación efectiva con Messi del partido, marcó el único tanto de Argentina.

Un ritmo cansino, poca movilidad y nada de rebeldía fueron las características dominantes de la Selección en Basilea. Con un mediocampo con muchos jugadores de buen manejo, pero sin peso en la recuperación, el equipo de Basile no pudo imponer su idea de adueñarse de la mitad del terreno. Entonces, sin el control de la pelota, tampoco tuvo el control del juego. Y a partir de ello, no encontró variantes para habilitar a sus atacantes. Para colmo, a Messi no le quedaba cómoda la posición de armador y se diluía a muchos metros del área. Con esas falencias, no resultó sorpresivo que Argentina casi no generara peligro en la primera mitad.

Pareció que todo podía cambiar en el arranque de la segunda mitad, cuando Messi escapó por la izquierda y mandó un centro perfecto para que Tevez señalara el gol con una palomita brillante. Suiza salió de su encierro, por lo que la Selección empezó a gozar de espacios que no había tenido. Sin embargo, cuando más evidente se hacía el dominio argentino, un error defensivo derivó en el empate suizo. Heinze cerró muy mal, se chocó con Milito y le entregó la pelota a Streller, que la empalmó de zurda y venció a Abbondanzieri.

Por más que Argentina trató de adelantarse y acelerar el ritmo, muy pronto cayó de nuevo en la telaraña suiza. Entonces, otra vez quedaron expuestas las limitaciones del equipo, que terminó desdibujado y con una llamativa sensación de vacío, como para generar una mueca de preocupación.