DEPORTES › CAÑAS SE QUEDO AFUERA DE LA SEMIFINAL
Roland Garros ya no tiene representantes nacionales, después de que el ruso Davydenko borrara al argentino en tres sets.
› Por Sebastián Fest
Desde París
Si los resultados se evaluaran según las expectativas, lo de Guillermo Cañas en Roland Garros sería un fracaso. Pero eran expectativas personales, íntimas. El argentino se cuidó muy bien de decir abiertamente que soñaba con quebrar el tándem Nadal-Federer en París, aunque llegó menos lejos de lo que esperaba, y por eso ayer fue sincero: “No estoy feliz, no pude lograr lo que quería”.
Más duro de lo que esperaba fue el día de Cañas. Nikolai Davydenko lo fulminó –no tanto en resultado, pero sí en juego– 7-5, 6-4, 6-4 y volvió a convertir los cuartos de final de un Grand Slam en una barrera infranqueable. El ruso no dio posibilidades al argentino y se medirá el viernes con Federer por un lugar en la final del máximo torneo sobre polvo de ladrillo. “Me sorprendió que jugáramos más de una hora y diez minutos el primer set. Físicamente me sentí mejor que ante Nalbandian. Ganar en tres sets me permitió guardar energía para las semifinales”, dijo un feliz Davydenko, que eliminó en octavos al cordobés.
Cañas, 22 del mundo, intentó todo, pero no era su día. El ruso jugó un notable encuentro, con un tenis veloz e implacable. La pelota viajaba a la velocidad del sonido y a ras de la red. Cañas, presionado desde el inicio, dejó demasiados tiros cortos y tuvo importantes dificultades con su revés, al que Davydenko atacaba sin piedad.
“No estoy feliz, no pude lograr lo que quería”, dijo el argentino, que definió el tropiezo como “una derrota más” en el contexto del año, aunque reconoció que aspiraba a más: “Antes del torneo no hubiese firmado los cuartos de final. Estaba para más, sentía eso”.
Cañas se fue de un torneo que había preparado con gran cuidado y se fue sin perforar la barrera de cuartos de final en un Grand Slam. Tres veces llegó a esa instancia –siempre en París– y tres veces perdió. Ayer, sobre todo, por culpa de un notable Davydenko, un número cuatro del mundo que justificó sobradamente su ranking.
Aunque Cañas también tuvo su cuota de responsabilidad. No jugó en su mejor nivel, estuvo excesivamente a merced del ruso, que controló el partido casi en todo momento. Y Cañas dio de alguna manera una pista del porqué: no hizo caso a las instrucciones de su entrenador, Gastón Etlis. “Siempre hay una táctica charlada antes, pero yo tengo la libertad de cambiarla si me siento cómodo. Planteamos algo y yo lo cambié porque me sentía bien, más parejo. Cuando quise volver a lo planificado en el tercer set no se dio como yo esperaba”, admitió.
La enseñanza le sirve para el futuro. A cualquiera le resultaría difícil asumir el vértigo vivido por Cañas en los últimos nueve meses: regreso sin ranking al circuito tras 15 meses de suspensión por un polémico doping, victoria en varios torneos menores, título en Costa do Sauípe, finales en Miami y Barcelona, dos triunfos sobre el número uno del mundo, Roger Federer, y un puesto entre los 20 primeros de la clasificación. Demasiado para cualquiera, y más para un jugador de 29 años en el inicio de su “cuarta carrera”, tras dos lesiones importantes y una suspensión.
“Ahora vuelvo a casa a descansar una semana, pues llevo ocho fuera. Jugaré en Holanda y luego Wimbledon”, dijo un Cañas que desde el lunes será el número uno de Argentina, en una posición en torno del puesto 16 del ranking mundial.
Pero Cañas es ambicioso. Era de noche, abril de 2005 en Roma, cuando se enteró de su doping positivo. Se juramentó mostrar lo mejor de su juego, y al día siguiente liquidó 6-0, 6-0 a su compatriota Juan Mónaco. Lleva muy adentro de su ser la decisión de mostrarle a todos que no necesita de doping para ganar: “estúpidos” y “bobos” dijo ayer de aquellos que siguen recordando su suspensión.
Ahora se le abren cinco meses que son una gran oportunidad: aprovechar que el año pasado no jugó, o jugó torneos menores, para dar un salto en el ranking y jugar el Masters de Shanghai, que sólo le abre las puertas a los ocho mejores del mundo. Los grandes torneos sobre polvo de ladrillo ya son pasado, pero eso no es problema para Cañas, otro jugador que aquel al que se veía esencialmente como un “infierno” sobre esa superficie.
“Más allá de que a mí Roland Garros me encanta, mi mejor tenis no es en esta superficie, creo que mi mejor tenis es cuando juego en canchas rápidas.” Lo mejor, cree Cañas, está aún por llegar.
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