El fútbol argentino vivió otra jornada de bochorno. Luego de un error del árbitro Rafael Furchi al cobrar por indicación del juez de línea Carlos Qualizza como penal para River una falta afuera del área, todo Chicago protestó por el fallo y se armó un escándalo, que incluyó amenazas, ruegos, la incomprensible pasividad de Furchi, un papelón mayúsculo de Carlos Ramacciotti y veinte minutos de cabildeos hasta que Paulo Ferrari convirtió el empate definitivo. Con los dos puntos perdidos, Chicago quedó muy complicado en su pelea por no descender.

Chicago se llevaba un triunfo clave hasta que sobre la hora Ruben fue derribado muy cerca del área, pero afuera. Lleno de dudas, Furchi pitó la infracción y consultó a Qualizza, que le indicó que era penal. Entonces, todos los jugadores de Chicago se fueron encima del árbitro y el línea. Para colmo, avisados que la imagen de TV mostraba que la falta era afuera, desde el banco de suplentes se sumaron a los reclamos. Así pasaron unos quince minutos que dejaron varias postales patéticas: Ramacciotti pidió a los jugadores de River que desvíen el penal, amenazó a Ferrari para que no hiciera “cagadas” porque no se iban a ir vivos, metió a los suplentes para que no se ejecutara el penal, incitó a sus futbolistas a que se fueran de la cancha y hasta se peleó con Lussenhoff. Todo ante la inacción de Furchi, que permitió todas las anomalías posibles.

Hasta allí Chicago construía un buen triunfo, gracias a un golazo de zurda de Higuaín y un tanto en contra de Lussenhoff tras un desborde de Carranza. Cuando parecía perdido, River descontó a través de Farías. En el final, llegó la jugada que desencadenó el bochorno, que puede seguir, ya que la intención de Chicago es recusar el partido.