Dom 25.11.2007

DEPORTES  › RACING E INDEPENDIENTE EMPATARON 0-0 EN UN CLASICO INSOPORTABLE

Paralizados por el miedo a perder

Los dos se cuidaron tanto que apenas generaron chances de peligro. Con muy poco, los mejores fueron los arqueros.

Como tantas otras veces, el marco fue ampliamente superior al cuadro. Cuando se animaron a jugar un poco, Independiente fue apenas algo más que Racing. Pero el miedo a perder los atrapó muy rápido, a ambos los sedujo el empate y completaron un clásico para el olvido.

Sin demasiadas intervenciones, tanto Assmann como Navarro fueron las figuras del juego, porque mostraron seguridad cuando los inquietaron y porque fueron los que menos se la dieron a un jugador rival. El silencio sepulcral que invadió el estadio en el instante en el que Baldassi marcó el final sirvió como resumen de un partido pésimo. Sólo un puñado de hinchas de Racing le recordaban a su rival que ya no tenía chances de pelear por el título. Sólo un puñado de Independiente pensó que se terminaba el quinto clásico consecutivo sin derrotas.

Un par de horas antes era todo distinto. Cintas celestes y blancas y miles de globos al tono le dieron la bienvenida a los once de Gustavo Costas. Del otro lado, en la cabecera repleta que da a la calle Colón, el humo rojo acompañaba la llegada de Montenegro, Denis y compañía.

En el juego, el equipo de Troglio fue algo mejor y tuvo sus picos –no muy altos– de rendimiento en el inicio de cada tiempo. Apenas comenzó se notó claramente que el mensaje de Troglio era atacar por la derecha. Allí, en el duelo de los Sosa, el delantero de Independiente superó cuantas veces quiso al defensor de Racing y tuvo dos chances nítidas: una la mandó cruzada afuera y la otra se la tapó Navarro.

Pero el buen inicio de Independiente se fue esfumando cuando Romagnoli y Bastía se impusieron en el medio. Ellos fueron los mejores de Racing y eso marcó cómo fue el trámite. El rubio capitán se quedaba bien cerca de los centrales y esperaba de frente a un inofensivo Montenegro. Romagnoli, en cambio, jugaba más adelantado y así generó la situación más clara con un cabezazo bombeado que logró sacar por arriba Assmann.

El segundo tiempo volvió a presentar mejor a los de Troglio, que salieron decididos a presionar: con Herrón parado en campo contrario, arrinconó a Racing, lo duplicó en la marca y le ganó las pelotas divididas. Pero otra vez la ilusión de un clásico con juego fluido se aplacó y le dio lugar a lo peor de la tarde.

Matheu le daba para arriba, Cabral devolvía de volea; Bastía trababa fuerte en el medio, Cáceres cortaba cada intento del Piojo López. Costas ponía a Estévez, pero sacaba a Arrieta, al que ya había puesto por el pibe Caballero. Troglio metía a Fredes y a Pusineri por Oyola y Calello para no sufrir ningún sobresalto. Nada por aquí, nada por allá. El juego se iba y no dejaba absolutamente nada.

El cero los sedujo. No era mucho numéricamente, no servía para darle algo a la gente que había dado todo, pero sí contribuía para pasar una semana tranquila, para no cargar con el peso de haber perdido el clásico.

Y así se fueron, levantado los brazos casi tímidamente cada uno hacia su sector. Mucho miedo a perder, nada de fútbol.

Informe: Mariano Verrina.

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