Dom 09.12.2007

DEPORTES  › ASUME CRISTINA, PERO EN EL FUTBOL NO HAY CAMBIO DE MANDO

Hubo de todo, pero Grondona siempre los mira desde arriba

Macri se fue, Aguilar se desprestigió, la conducción austera de Lanús lo llevó a un título, la SA que gerencia a Racing lo llevó a una nueva crisis. Pasa de todo, aunque Don Julio queda.

› Por Gustavo Veiga

El fútbol tuvo un 2007 electoral donde hubo de todo. El significado de las urnas guardadas en Boca por dos comicios consecutivos, aunque parezca extraño, no representa lo mismo que la urna desempolvada gracias a la cual Julio Grondona cumple su octavo mandato consecutivo en la AFA. Tampoco significa lo mismo la acentuada pendiente política de José María Aguilar en River, que dejar asuntos pendientes en Boca como lo hizo Mauricio Macri. Por ejemplo, los discriminatorios avales. Mucho menos se asemejan Lanús y sus dirigentes –con dos mujeres en cargos importantes– con lo que sucede en Racing, donde los hinchas se movilizaron el viernes con su sentimiento expresado en una bandera: “Gorostegui-Blanquiceleste=Asociación Ilícita”. Como jamás resistiría una comparación la elección en San Lorenzo, más allá de una lista que denunciaría fraude, con la perpetua continuidad de Eduardo López en Newell’s, basada en la intimidación de su patota.

El 19 de octubre pasado, la urna quedó ubicada ante la vista de todos en la Sala de Sesiones de la AFA. Grondona observaba a los asambleístas que lo votarían desde el estrado, apoltronado y como si hiciera falta imponer su presencia. En el cuarto oscuro había 49 tarjetas que tenían escrito un solo nombre, su nombre. El hombre que gobierna al fútbol argentino desde el 6 de abril de 1979 necesitaba apenas un voto para ser reelegido, pero le sobraron 43 porque no había candidato opositor. Cinco, por distintas razones, le dieron la espalda: Independiente, Vélez y Boca (ausente) expusieron su negativa a la octava reelección y Racing como Rosario Central, cuyos representantes no concurrieron a la Asamblea, adujeron otros motivos.

El veterano dirigente, así, administrará la AFA hasta el 25 de octubre de 2011, cuando el calendario le marque 80 años de vida y 32 en el poder. Para entonces, quizá haya olvidado la acusación que recibió en Buenos Aires durante este semana, en un organismo cultural relacionado con el gobierno británico, el British Council. Allí, el periodista Andrew Jennings, un investigador consecuente de los chanchullos en la FIFA, presentó su documental The beautiful bung (La hermosa coima), donde explora el camino que siguió un soborno de la quebrada empresa ISL a un miembro de la federación que preside el suizo Joseph Blatter. A la pregunta “¿las pistas de la coima llegan hasta nuestro país?”, el colega respondió: “Sí. ¿O quién es el vicepresidente Senior de la FIFA?”.

De la elección en AFA, a la segunda elección frustrada en cuatro años que los socios de Boca vieron cómo pasaba de largo, transcurrieron 44 días, tantos como los votos que sacó Don Julio ante sus propios ojos. Mauricio Macri asume hoy la jefatura de gobierno porteño tras abandonar el club que gobernó durante doce años, ese trampolín que le permitió saltar a la política y amplificar su exposición pública. Detrás, deja un club que mueve 280 millones de pesos anuales en negocios, la etapa más exitosa en títulos deportivos de la historia, pero también robustas sospechas de operaciones ilícitas a través de empresas vinculadas, con futbolistas juveniles y un vergel para los intermediarios amigos.

Pedro Pompilio, su sucesor, va por el cuarto período consecutivo de gobierno. En tres acompañó el ingeniero como vicepresidente y ahora acaba de ser proclamado a la cabeza de una lista que aún tiene que responder por impugnaciones en la Cámara Civil y en la Inspección General de Justicia (IGJ). Como fuere, estos asuntos pendientes se antojan un pequeño problema para el oficialismo boquense, comparados con el peor año de la historia para River, que todavía no finalizó y mantiene en vilo al presidente José María Aguilar.

A este abogado con un master en oratoria y graduado con rapidez en cómo dilapidar el capital político sin ponerse colorado, lo jaquean en tres tableros diferentes: en los pasillos del Monumental hay cientos de socios que claman por su renuncia, en las tribunas piden su cabeza los hinchas sin carnet y desde un par de cárceles los barrabravas detenidos redoblan las acusaciones de connivencia con el grupo que lidera Adrián Rousseau. Las fiestas de fin de año no serán placenteras para quien, vaya curiosidad, aún integra el Foro Social, cuyo advenimiento saludó una buena porción de la dirigencia futbolística. ¿Qué hace allí Aguilar, rodeado de ex dirigentes como Raúl Gamez, Emilio Chebel o Néstor Vicente?

“Es un incapaz para gestionar el club, lo dicen hasta sus propios colaboradores”, sentenció un vocal de la comisión directiva. El presidente de River, si hubiera pasado por elecciones parciales, como las parlamentarias, hoy, a dos años de finalizar su mandato, estaría rodeado de opositores en la sala de reuniones. Consiguió que la asamblea de representantes le aprobara el balance por apenas 11 votos de ventaja, pero no se sabe si podrá detener la tempestad que se desatará sobre él y su alter ego, Mario Israel, si avanzan ciertas imputaciones en la Justicia.

En Boedo se presentarán tres listas a la elección del sábado 15 de diciembre. Unidos por San Lorenzo, con el actual presidente, Rafael Savino, lanzado a mantenerse en el cargo con el caballito de batalla de que sigue Ramón Díaz; Progreso Azulgrana, del secretario general Juan Carlos Témez, que firmó un convenio con Poder Ciudadano para controlar su futura gestión si se impone en los comicios; y Frente Sanlorencista, de Horacio Arreceygor, el secretario general del SAT (Sindicato Argentino de Televisión) que prometió incorporaciones como Andrés D’Alessandro y Fabricio Coloccini para ganar la Copa Libertadores.

En el otro campeón del año, Lanús, recién se votará en 2009, aunque ya podría adelantarse el desenlace de las próximas elecciones después del primer título en casi 93 años, conseguido el domingo último en la Bombonera. El oficialismo del abogado Alejandro Marón es una continuación de diferentes presidencias que, a lo sumo, se extendieron por los dos mandatos permitidos en el estatuto. Su gobierno continúa en la línea de Carlos González, Héctor Solito, Emilio Chebel y Néstor Díaz Pérez, cuyo nombre lleva el estadio. “Nosotros reivindicamos más al proyecto que a las individualidades. Acá cada dirigente tuvo su impronta, pero yo no puedo decir que fui superior a otros porque gané el único campeonato argentino de la historia”, afirmó Marón.

Los casos de Racing, quebrado y con sus socios e hinchas en alerta máxima, y Newell’s, cautivo de un presidente sin escrúpulos como López, son la confirmación de que, en el fútbol nacional, resta mucho por hacerse. Con elecciones o sin ellas, 2007 marcó el fin de ese escenario imaginado cuando Macri y Aguilar se dispensaban elogios y repartían de modo más equitativo su hegemonía. Uno ya no está; el otro parece condenado al fracaso. Y Grondona los mira a todos desde arriba.

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