DEPORTES • SUBNOTA › QUé FANTáSTICA LA FIESTA RUSA
En el fútbol hay derrotas que duelen menos que otras: lo demostró la fiesta a la que se entregaron los jugadores de la selección de Rusia hasta bien entrada la madrugada de ayer en Viena, en la que no faltaron cigarros, vodka, champaña y numerosas bellas mujeres originarias de ese país.
La idea, aparentemente concretada con éxito, fue olvidar pronto los tres goles y la derrota experimentada ante España, que unas horas antes privaron al equipo de Guus Hiddink del pasaporte a la final de la Eurocopa 2008. Cinco días antes, los rusos habían causado sensación al vencer a Holanda por 3-1 y meterse en semifinales.
“Ahora ya no estoy más deprimido, la fiesta es genial”, comentó el astro ruso Andrei Arshavin a la agencia de noticias austríaca APA. El jugador del Zenit San Petersburgo se mostró más en forma en los salones del hotel de lujo Palais Coburg y el colindante Fashion TV Night Club que bajo la lluvia y sobre el césped del estadio Ernst-Happel, según reportes de prensa.
A la movida fiesta asistieron figuras prominentes austríacas y oligarcas y magnates del petróleo rusos, que respondieron a la invitación del anfitrión vienés Adam Lisovski. Según se afirma, el multimillonario dueño del Chelsea Roman Abramovich tenía dos mesas reservadas a su nombre, pero finalmente no concurrió.
El dinero no fue un problema en la larga velada. Una botella de champaña costaba 280 euros. Así las penas de la derrota frente a los muchachos de Luis Aragonés fueron rápidamente olvidadas. “Desde el principio estuvo muy claro que España ganaría”, explicó Lisovski, fundador de la emisora televisiva Fashion TV. Tras su declaración, el anfitrión volvió a dirigirse a unas preciosas mujeres rusas, que también rodeaban a Arshavin, figura ante Holanda y aparentemente pretendido por el Barcelona, el Inter y el Chelsea.
Más tarde, las modelos presentaron sobre una pasarela plateada líneas de ropa de diseñadores. “Moda y deporte están relacionados. Vamos a festejar”, señaló Lisovski a su audiencia. El propio Arshavin habrá coincidido con la sentencia, ya que es egresado de una escuela de diseño y en Moscú tiene su propia marca de ropa. Tras la fiesta que hizo olvidar la debacle de semis, los futbolistas rusos dejaron Viena y pusieron proa hacia Moscú, donde fueron recibidos como héroes.
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