Entre Carlos Ahumada Kurtz y el juez de la quiebra, Carlos Tale, hay un tema sensible: un predio de 24 hectáreas que posee Talleres en la avenida Circunvalación. El magistrado ya lo mandó tasar (valdría entre 6 y 7 millones de dólares) para avanzar en el pago a los acreedores que, en cuatro años, apenas habrían cobrado 600 mil pesos. Según el propio Tale, el monto total de la quiebra rondaría los 25 millones de pesos. El empresario se opondría a la venta, no para resguardar el sagrado patrimonio del club, y sí para evitar que la quiebra se salde, con la consecuente devolución del club a sus socios. De ese modo, Ateliers quedaría fuera de carrera, como ocurrió este año con Blanquiceleste SA, la gerenciadora de Racing que primero controló el publicista Fernando Marín y luego su socio, Fernando De Tomaso. Aunque claro, mientras este último libraba cheques sin fondos como quien firmaba autógrafos, Ahumada se las rebusca muy bien con el dinero. Con suma facilidad consigue liberar divisas que le permiten mantener las cuentas del club casi al día o incluso adelantarse a los pagos del canon que fijan los pliegos licitatorios.