En abril de 1979, ¿qué hacían quienes se cruzaron tiempo después con Julio Grondona en su larga trayectoria como presidente de la AFA? ¿A qué se dedicaban sus amigos y enemigos actuales, sus socios comerciales, los futbolistas de entonces y los funcionarios de ahora y aquellos que compartieron la gloria deportiva a lo largo de treinta años?

Eduardo Deluca, el secretario general de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) y uno de sus íntimos, integraba desde principios del ’79 el Comité Ejecutivo de la AFA por los clubes de la Primera B. Era el presidente de Defensores de Belgrano, un equipo donde Grondona había jugado de joven. Hoy, además de compartir la amistad y funciones de relieve en la todopoderosa FIFA, mantienen una sociedad comercial: la estación de servicio de avenida Mitre al 1200, en Avellaneda.

Carlos Avila, el empresario que creó la productora Torneos y Competencias (TyC) y le compró los primeros derechos del fútbol a la AFA el 28 de junio de 1985, hacía publicidad en la vía pública con su empresa Poster S.A. Estaba alejado por completo del deporte. Recién en 1982 desarrollaría su primer programa televisivo, un ciclo de golf. Aunque ahora quiere ser presidente de River, en una entrevista del año pasado que le hizo Página/12, dijo: “Grondona se quedó con la AFA, Clarín y Torneos con el fútbol, y yo me fui a mi casa”.

Carlos Bilardo dirigía en abril de 1979 a San Lorenzo, el club donde había iniciado su carrera como futbolista veinte años antes. Dos días después de que Grondona asumiera la presidencia de la AFA, su equipo empató 2-2 con All Boys. Hoy es el manager del seleccionado nacional. Su relación con Grondona es ciclotímica. Han pasado del amor al odio con llamativa facilidad.

Raúl Gámez era el líder de la barra brava de Vélez y comenzaba a despuntar el vicio de dirigente: en el club integraba una subcomisión de fútbol profesional cuando Grondona daba sus primeros pasos al frente de la AFA. De aquella época recuerda una anécdota: “Estaba en el José Amalfitani cuando lo conocí. No recuerdo bien si era un partido de Vélez o de la Selección. Pero sí que los jugadores estaban haciendo el calentamiento previo en el estacionamiento cubierto y una pelota se fue debajo de un auto. Yo salí a buscarla, pero me ganó de mano Grondona, que intentó sacarla con el pie. En esa época parecía un tipo humilde”, recuerda.

Víctor Hugo Morales, el crítico más tenaz que ha tenido en los medios argentinos Grondona, vivía en Uruguay. Allá por abril del ’79, transmitía fútbol por Radio Oriental y escribía en el diario Mundo Color. Ya había sufrido problemas con los militares que controlaban la Asociación Uruguaya de Fútbol. En 1981 se instaló en Buenos Aires y su debut profesional en el relato coincidió con el título que ganó Boca con Diego Maradona como figura.

Claudio Morresi, quien tenía desaparecido a su hermano mayor, Norberto Julio, desde el 24 de abril del ‘76, jugaba de volante derecho en la sexta división de Huracán, un club que estaba convulsionado por el título del ’78 con César Luis Menotti como técnico (lo había sacado campeón en el ’73). “Me acuerdo que en 1979, en las inferiores, hacíamos fuerza para que lo convocaran a Néstor Candedo, para que fuera al Mundial en Japón. Era un delantero formado en Huracán que estaba preseleccionado. Pero al final, Menotti no lo llevó.” Morresi el actual secretario de Deporte de la Nación y hoy mantiene una relación respetuosa pero distante con el presidente de la AFA.

En el campeonato Metropolitano de 1979, Diego Maradona convirtió 14 goles jugando para Argentinos Juniors. Ese año se consagraría campeón en el Mundial Juvenil de Japón. Fue el primer título que disfrutó Grondona como presidente de la AFA. Treinta años después, la selección mayor acaba de sufrir una de las dos peores derrotas de su historia: el 6-1 con Bolivia. Diego la dirigió desde el banco y Don Julio siguió la goleada en contra desde su campo de Brandsen. En octubre del año pasado, lo había elegido como director técnico de la Selección nacional.