DEPORTES • SUBNOTA
Tras el penal fallado por Asamoah Gyan, Fernando Muslera fue directo a darle una palmadita al travesaño. Como si fuera un amigo, el arquero uruguayo saludó al caño que le había dado otra vida a Uruguay. E interiormente, el jugador de la Lazio sabía que había llegado su momento: si Gyan no había podido en el minuto 120, la gloria debía ser celeste. Con esa confianza, Muslera se fue a buscar posición. Primero saludó a Forlán, que con clase convirtió el 1-0, con un tiro a la izquierda del arquero Kingson, que fue al otro lado. Llegó el turno de la revancha para Gyan, que esta vez clavó su derechazo en el ángulo para el 1-1 pese a la buena estirada de Muslera. Victorino estampó el 2-1, con un derechazo furibundo y alto. Otra vez el arquero uruguayo estuvo a punto de tapar el 2-2, pero apenas pudo desviar el remate con clase de Appiah. Por más que no le pegó muy bien y el tiro salió al medio, Scotti clavó el 3-2. Entonces, uno de los tantos héroes celestes apareció en escena. Mensah casi no tomó carrera y sacó un remate débil, apenas esquinado hacia la izquierda, que Muslera desvió con un manotazo. Maxi Pereira pudo afianzar la ventaja pero mandó la Jabulani a pasear a la tribuna. Claro que Muslera hizo olvidar rápido el error de su compañero, al taparle el remate, también a la izquierda, a Adiyiah. Y ahí sí, llegó la locura de Abreu, que le picó la pelota a Kingson, marcó el 4-2 definitivo y desató la euforia de todo Uruguay.
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