DEPORTES • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
La FIFA tiene un Comité de Etica que absuelve o castiga según sus frágiles presupuestos morales. Es como si una mafia enseñara a sus miembros buenas costumbres para adecentarse. Con una diferencia: en la multinacional que acaba de reelegir a Joseph Blatter la traición no se paga con la muerte, pero sí con una salida provisoria. Jack Warner y Mohamed Bin Hammam, acusados de soborno, pero también acusadores del presidente por el mismo delito, fueron suspendidos en sus cargos por intentar comprar votos. Cuando se trata de ganar la organización de un Mundial o una elección, esta práctica es moneda de curso legal. Recién desde el 1º de septiembre de 2009 (se fundó en 1904), la FIFA creó un anticuerpo para su mal endémico. Un Código de Etica está vigente para “evitar que métodos y prácticas inmorales (...) puedan ponerla en peligro o causarle perjuicios”.
El Comité tiene trece miembros, lo preside el suizo Claudio Sulser; tiene un vice, el namibio Petrus Damaseb, y la gran mayoría de sus demás integrantes son ilustres desconocidos, a no ser por dos excepciones: el ex futbolista francés Dominique Rocheteau y el actual presidente de Peñarol de Montevideo, Juan Pedro Damiani.
El primero parece ser el más indicado entre todos para el puesto. Delantero de su selección en tres mundiales (1978, 1982 y 1986), puede mostrar dos antecedentes que sintonizan con el cargo.
Preside desde hace cinco años el Consejo Nacional de Etica de la federación francesa y nunca fue expulsado de una cancha en dieciocho años de trayectoria deportiva. Trabaja también en una academia de fútbol en Vietnam y su tarea se volcó hacia los más jóvenes. Esta vez no estuvo presente en la votación para sancionar a Warner y Bin Hammam, pero sí Damiani.
El dirigente uruguayo es un empresario del mundo de las finanzas y tiene intereses en su país, Argentina, Panamá y Suiza, entre otros. En una entrevista que le concedió al periodista Gastón Pérgola, del diario El País, definió así su actividad: “Yo no intermedio, asesoro. No soy el típico banquero al que le das plata y se la presta a otro. Los clientes nos pagan para evitar cometer errores con su dinero”.
En esa nota realizada el 9 de enero de 2009 hay dos datos curiosos. Cuenta Pérgola: “De vez en cuando viaja a Marruecos y no precisamente de vacaciones, sino por su cargo de cónsul de Marruecos en Uruguay. Además es miembro de la comisión de ética de la FIFA que, según afirma, es un lugar donde se generan muchos vínculos”. Confeso admirador de Mauricio Macri, el presidente de Peñarol, a juzgar por ciertos informes de la prensa uruguaya, sería la contracara de Rocheteau.
Lo han acusado por lavar dinero y evadir impuestos a través de sus empresas cuando era vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Después de que asesinaron al financista Mariano Perel y su esposa el 5 de febrero de 2001 en Cariló, en la notebook del primero se halló un texto que ratificaba aquella información y que publicó la revista Veintitrés.
“La especialidad del estudio contable de Juan Pedro son las sociedades off-shore uruguayas, y el armado de supuestas operaciones financieras para generar pérdidas o ganancias, entradas o salidas de caja a sociedades argentinas”, escribió Perel en un documento póstumo.
La ética de la FIFA está en buenas manos.
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