Juan Carlos Blanco, el responsable de la Unidad de Coordinación de Seguridad y Prevención de la Violencia en Espectáculos Futbolísticos (Ucpevef), que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación, también recibe lo suyo. Familiares que perdieron a sus seres queridos por hechos de violencia lo cuestionan. “No les creo nada a los funcionarios como Blanco”, dice Liliana García, la madre de Daniel, un joven asesinado el 11 de julio de 1995 por barras de Morón y Tigre durante la Copa América de Uruguay. Ese crimen sigue impune como tantos otros y no por falta de pistas o pruebas.

Mónica Nizzardo, de la ONG Salvemos al Fútbol, espera la respuesta a una carta que envió el 14 de mayo a la Jefatura de Gabinete preocupada por la violencia. En ella pide participar de las reuniones que puedan hacerse para tratar un tema en el que se involucró desde que era dirigente del club Atlanta. En febrero de 2004 denunció a un barrabrava por romper la sede social a martillazos. García y Nizzardo, dos mujeres, son casi el principal soporte que tiene el presidente de Independiente, Javier Cantero, en su lucha contra las mafias en camiseta.