Amigos, hinchas y personas cercanas a Michael Schumacher: todos viajaron a Grenoble en las últimas horas para arropar al campeón, en estado muy crítico y en coma inducido. A las puertas del hospital, situado en la calle Boulevard de la Chantourne, a orillas del río Isère, llegaron a lo largo del domingo los primeros fanáticos.

A medida que el estado de salud del deportista empeoraba, el número de hinchas en la puerta de la clínica aumentaba. La mayoría llevaban puestas gorras rojas de Ferrari, escudería en la que Schumacher ganó cinco de sus siete títulos mundiales.

La tensión en los rostros de los aficionados fue creciendo gradualmente según se sucedían las noticias: Schumacher primero estaba grave, luego empeoró, más tarde la cadena televisiva BMFTV aseguró que su vida corría peligro y después llegó el estado “muy crítico” y el coma inducido.

Los hermanos Karim y Wael Kourani, del Líbano, aseguraron que en su país se llama Schumacher a todo aquel que “sabe conducir bien”. “No hay ningún tipo de acceso para ver al paciente”, señaló Marc Penaud, vicedirector del hospital universitario de Grenoble. “Sólo su familia tiene la oportunidad de verlo y estar con él”, añadió. La mujer del mejor piloto de la historia, Corinna, y sus dos hijos, Gina-Maria y Mick, no se separan de la cama de Schumacher desde que éste llegó en helicóptero a Grenoble desde el hospital de Moutiers. Mick estaba esquiando con su padre cuando se cayó fuera de la pista de esquí y su cabeza chocó violentamente contra una roca. Sin embargo, fuentes cercanas a la familia no lo confirmaron.