El Indio Solari fundó en 1975 Renato Cesarini, destinado a la formación y enseñanza del fútbol, junto con otros ex jugadores de la Selección Argentina, como Ermindo y Daniel Onega o Luis Artime, y con su hermano Eduardo, el padre de Santiago El Principito y de la modelo Liz. A punto de cumplir 73 años, se ha dado el lujo y regalado la experiencia de traer a Brasil para ver la primera fase del Mundial a 120 chicos jugadores de la entidad rosarina. La experiencia, cuenta Solari, ha sido increíble, por muchas razones. “Hace un año tuve la idea, y después que dije ‘vamos a ir al Mundial’ no me quedó otra que hacerlo. Y tuve la suerte de que los otros muchachos técnicos se prendieron y sumaron sus esfuerzos, como Chanchi Cabrera o Salvador Capitano, un montón de técnicos que son experimentados, y ellos llevaron a la rastra a los chicos, los chicos a los padres, los padres a las madres y acá estamos. Felices con esta experiencia, que es única”, cuenta Solari, que se emociona cuando empieza a recordar todo lo que tuvieron que hacer para “a puro pulmón, mangueando en todos lados, porque el club es un club amateur”, conseguir los fondos para bancar este sueño. “Para todos, ésta es una gran experiencia. Para nosotros y, principalmente, para los chicos, que están aprendiendo un montón de cosas. Están jugando contra los chicos de otros equipos de acá, como Atlético Mineiro y Cruzeiro, están aprendiendo a comportarse en grupo, cuando salimos o cuando vamos a comer.” Para juntar la plata para poder viajar, técnicos, chicos, padres y amigos debieron organizar bailes y pedir plata, así juntaron lo necesario para comer y hospedarse, y para rentar los dos micros que recorrieron miles de kilómetros para Belo Horizonte. “Nos quedamos hasta la primera ronda, porque el bolsillo no da para más”, explica Solari, que no sólo cumplió su sueño, sino el de estos chicos que, sin siquiera haberlo soñado, pudieron encontrarse aquí en Brasil con Lionel Messi y compañía.