Lionel Messi puso ayer el volcán del Barcelona de nuevo en erupción al pasar en 17 horas de Doctor Jekyll a Mister Hyde y poner en duda su continuidad en el club la próxima temporada. “No sé qué va a pasar, no sé dónde voy a estar el año que viene ni nada”, dijo el argentino horas antes de la gala de la FIFA donde se entregó el Balón de Oro 2014 al portugués Cristiano Ronaldo.

“Siempre dije que quería terminar en Newell’s, pero como dijo Cristiano recién, nunca se sabe el futuro y mucho menos en el fútbol, que da tantas vueltas y pueden pasar tantas cosas”, advirtió Messi. La frase fue recibida con sorpresa por las decenas de periodistas reunidos en el Kongresshaus de Zürich y puso punto y final a una reveladora conferencia de prensa junto a los otros dos candidatos, el alemán Manuel Neuer y Cristiano Ronaldo.

No en vano, Messi había dicho exactamente lo contrario el domingo después del partido ante el Atlético de Madrid de la Liga española. “No tengo intención de irme a ningún sitio”, aseguró el delantero al canal del club, tras una turbulenta semana en Barcelona en la que se airearon en la prensa conflictos del crack con el entrenador y en la que se publicaron presuntas ofertas por su contratación. “Escuché que se dijo que mi padre había hablado con el Chelsea y el City. Es todo mentira”, dijo Messi el domingo para apaciguar los ánimos en el club, que entró en combustión con el despido el lunes del director deportivo, Andoni Zubizarreta, y la convocatoria el miércoles de elecciones presidenciales anticipadas para final de temporada.

La salida de Messi del conjunto catalán parecía un imposible hasta hace bien poco. El argentino siempre había asegurado que después del Barcelona quería retirarse jugando en Newell’s. Sin embargo, en las últimas temporadas, después de verse envuelto en problemas con el fisco español, Messi empezó a mostrarse ambiguo sobre su futuro en el club. En Zürich fue incluso más allá, al poner en duda su continuidad la próxima temporada, pese a que el Barcelona no puede fichar hasta enero de 2016 por una sanción de la FIFA por el fichaje irregular de futbolistas menores de edad.

Cristiano también había puesto en duda poco antes su lealtad al club blanco ante la pregunta de si le gustaría buscar nuevos desafíos. “Nadie lo sabe, sólo Dios lo sabe”, señaló el portugués. Los dos cracks, que se han repartido los Balones de Oro desde 2008 (tres para Cristiano y cuatro para Messi), coquetearon incluso con la idea de jugar juntos. “A mí me gustaría que los tres que estamos aquí jugáramos en un equipo, sería interesante”, afirmó el portugués, de 29 años, ante la pregunta de con qué jugador histórico le habría gustado compartir vestuario.

Messi le devolvió el halago poco después. “Siempre me gusta jugar con los mejores. Va a ser difícil en el mismo equipo, pero obviamente que sí me gustaría (jugar con Cristiano)”, señaló el atacante de 27 años. Después de su última respuesta de ayer, esa remota posibilidad está algo más cerca.