En paralelo a su nueva gestión en la AFA, Lammens tiene otra para mostrar. La describe como si fuera el modelo a seguir para todo el fútbol.

–San Lorenzo, cuando nosotros entramos, estaba al borde de la quiebra. Y hablamos con todos los proveedores, nos sentamos y les terminamos pagando a todos, uno por uno. Hace cuatro años que bajamos el pasivo e incrementamos el patrimonio neto del club. Yo creo que se puede, con tiempo. La lógica de la AFA va por dos lados: administrando bien, que es determinante, y generando nuevos recursos. A San Lorenzo, cualquier día de la semana que vayas, en pleno Bajo Flores no podés estacionar de la cantidad de gente que hay. Hay muchos chicos de la villa de enfrente que hacen deportes: natación, juegan el torneo de FEFI, el club tiene el plan adolescencia con quinientos chicos que por semana hacen deportes en el club. Hay un San Lorenzo social. Aunque es cierto que los clubes no pueden suplir el rol del Estado. Pero sí pueden aportar un grado de contención muy fuerte que es lo que hacemos. Sobre todo en el barrio donde estamos ahora. Donde hay un acceso tan fácil a la droga, como el paco y la pasta base. Y pensar que hubo un presidente en San Lorenzo que decía que había que hacer la pared más alta para que no entraran. Nosotros al revés. Dijimos que había que abrir las puertas para que los chicos estén adentro.

–¿Hoy San Lorenzo cuánto le debe a la AFA?

–52 millones de pesos. Hay cinco antes que nosotros. Asumimos en 2012 con 60 millones. Creo que, como autocrítica en esto, podríamos haber bajado más.