Por P. V.

¿Para qué sirve realmente un acompañante? Además de solucionar, en algunos casos, las penurias económicas, algunos experimentados, como la chivilcoyense Graciela Nicieza, mantienen una función técnica como es la de tomar los tiempos parciales en cada circuito, para que el piloto tenga el dato al instante. “Parece una tontería –asegura José Luis Di Palma, uno de los tantos pilotos que llevaron a Graciela como acompañante– pero de esa manera te permite, por ejemplo, si estás clasificando, saber si el tiempo de vuelta va a ser bueno o malo, y podés cortar el esfuerzo antes de terminar, ahorrándole esfuerzo al motor.” Sin embargo, no hay nada de eso que no pueda hacerse desde el box avisándole al piloto por radio.
Nicieza, de 49 años, se subió por primera vez a un coche de TC como acompañante desde 1986 y ha venido ejerciendo esa función desde entonces, aunque en la práctica es la manager del equipo JC Competición, propiedad de su padre, Julio Nicieza. Corrió con Marcos y José Luis Di Palma, Urretavizcaya, Zanatta, Traverso, Altuna, “Rex” y Urtubey. Lleva más de 180 carreras en TC. Cuando la polémica de los acompañantes revivió años atrás, llegó a afirmar: “Si me prohíben correr, me mato”. Hoy es más mesurada: “Quizás en la próxima vida sea piloto...”.
Tanto a Graciela como a ninguno de los acompañantes los obligan a subir al coche. Pero el riesgo moral es innegable. “Es un riesgo muy elevado –acepta Walter Hernández, ex campeón de TC y séptimo en la tabla del torneo 2004– pero como forma parte de una tradición, la acepto. Desde ese punto de vista, los acompañantes tendrían que seguir corriendo. Ahora, si existe la posibilidad de hacerlo sin ellos, yo elegiría esa opción.” Inclusive, la desaparición paulatina del acompañante permitiría tomar medidas que mejoren más la seguridad del piloto. “Sin el acompañante a bordo podríamos estudiar correr la butaca del piloto unos 20 centímetros más hacia adentro, para reforzar la seguridad lateral”, ensaya Aventín. “Se podría hacer perfectamente”, afirma Hernández.