Como la producción en el debut ante Uruguay había generado múltiples ilusiones, más allá del cambio de conductor, la Selección Argentina dejó en claro ante Venezuela que aún continúa en la búsqueda de su andamiaje ideal. Precisamente, uno de los puntos que generó mayores inconvenientes en el rendimiento de la Selección, fue la posición que ocuparon Javier Mascherano y Esteban Cambiasso. Como la determinación del técnico fue ubicar a dos volantes centrales desde el inicio, por primera vez desde que comenzó su ciclo, el plantel sufrió demasiados desajustes en esa zona, y en definitiva resultó negativo para el equipo.
Si bien no hay discusión sobre las capacidades tanto de Mascherano como de Cambiasso, la disposición de ambos en el campo terminó exponiendo a la Argentina a situaciones de peligro en el área de Abbondanzieri. Los dos jugadores, en River y en el Inter italiano, se destacan por su presencia en el centro de la cancha, distribuyendo la pelota hacia los dos laterales, e incluso habilitando en profundidad a sus compañeros de ataque. Pero lo que sucedió en el estadio de River el último miércoles no fue similar a eso.
En primer lugar, Mascherano se movió del medio hacia la derecha, y Cambiasso del centro hacia el otro lado. De esa manera, a Mascherano se lo vio desconcertado en muchos pasajes, y como solía desplazarse hacia el centro, el sector derecho quedó demasiado descubierto para que los venezolanos aprovecharan esa situación. En consecuencia, Zanetti estuvo muy expuesto en esa zona cuando debía enfrentar a dos adversarios. Los mismos espacios libres tuvo Venezuela sobre la izquierda, y así Sorin se vio contenido en su habitual excursión ofensiva.
Además, como los marcadores centrales no se adelantaban para estar más cerca de los dos volantes más defensivos, el espacio que quedó en el medio fue bastante grande, y Venezuela también intentó avanzar por el centro. La imagen más clara fue el primer gol visitante, en donde Páez y Morán se movieron con facilidad en línea recta. La primera experiencia con Mascherano y Cambiasso no ofreció, entonces, argumentos para el elogio.