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Las macetas del Tuerto
› Por Gustavo Veiga
Catorce jugadores –un equipo completo con casi todos los suplentes–, pasó de la primera de Gimnasia a la marginal condición de “no ser tenidos en cuenta”. El grupo, donde se destacaban Gustavo Barros Schelotto, Enzo Noce, Andrés Yllana y Cristian Castillo, entre otros, se encontró a su regreso de las vacaciones con que debía entrenarse separado del resto del plantel. Mientras éste practicaba en el predio de Estancia Chica, ellos lo hacían en la cancha del Bosque.
El presidente Muñoz, para nada afecto a las sutilezas, dijo en declaraciones que formuló al programa de cable Fuera de Juego, que se emite en La Plata, que cada uno de esos profesionales terminarían “como una maceta en el estadio” si permanecían en el club y no eran transferidos. El mellizo Gustavo consiguió rápidamente un equipo y emigró hacia Alianza Lima de Perú. Pero otros no tuvieron su suerte, como el arquero Noce, a quien el dirigente se refirió como si lo analizara desde la tribuna.
“Yo soy un hincha del tablón, que lo veía en el arco, que lo ha aplaudido, que lo ha criticado cuando no salía del arco, porque tiene esa costumbre de no abandonarlo. Tenemos distinta formación. Que él se maneje en la vida como le parezca. Así, ya tengo otra maceta, y tendré entonces una macetería...”, dijo el desenfrenado presidente.
Cuando quiso aclarar que no había persecuciones políticas contra Barros Schelotto –su padre integró la otra lista en la elección– o algunos términos agresivos que utilizó contra Castillo, ya era demasiado tarde. A Muñoz lo habían perdido las cámaras y los micrófonos, los mismos que lo arrojaron de su discreta figuración como empresario a la más candente condición de presidente de un club de fútbol. A él sí que no hizo falta regarlo de preguntas. Se largó a hablar solo. Y nadie diría que es una maceta.
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