Lo lógico sería una nota con la actuación individual de los jugadores argentinos. Elegir una figura, buscar los otros rendimientos destacados, marcar las respuestas más flojas. Pero la labor colectiva del conjunto de Pekerman superó cualquier actuación individual, más allá de las (numerosas) brillantes labores que tuvo la Selección.

Por su activa participación en el primer gol, con una precisa asistencia a Maxi Rodríguez; su intervención en el segundo con la pared con Riquelme y el pase a Cambiasso; y por su medio tanto en el tercero, al robar la pelota y sacar el remate que alcanzó a tapar a medias el arquero, Javier Saviola (9) podría ser el elegido. Porque, además, abrió espacios, se tiró atrás y colaboró en defensa. Sólo le faltó el gol para el 10. Pero colocarlo como figura sería injusto con Maxi Rodríguez (9), que abrió el partido con su golazo de punta en el arranque y mostró su oportunismo para señalar el tercero tras un rebote. A lo largo del juego actuó por diferentes lugares y cumplió con acierto.

Tampoco estaría bien por Juan Riquelme (9), el verdadero conductor de un equipo que funcionó a pleno. Sin ser determinante en el pase final, el 10 estuvo muy activo, impuso su ritmo al partido y participó en casi todas las conquistas en la gestación. Ni hablar de Esteban Cambiasso (8), que se bancó sin chistar perder el puesto y encontró su oportunidad a partir de la lesión de Lucho González. Ingresó al juego y culminó la jugada del segundo gol, tras la pared con Crespo. Y a partir de ahí mostró su mejor versión. Además, esta vez tuvo una sociedad perfecta con Javier Mascherano (7), que exhibió toda su reconocida capacidad de quite para convertirse en el patrón del medio juego. Lo más positivo en su juego resultó la mejoría en la distribución de la pelota, un aspecto en el que había estado flojo en el encuentro ante Costa de Marfil. ¿Y el trabajo de Hernán Crespo (7) no vale? Sin el lucimiento de los tocadores que lo rodean, el 9 aportó sacrificio, desmarque y oferta de pase para sus compañeros. Como casi siempre, un toque suyo en el área chica se transformó en un gol de Argentina.

Con tanta abrumadora diferencia, resulta lógico que los defensores no se hayan exhibido, pero también se destacaron en su función y no tuvieron mayor puntuación, simplemente, porque no fueron requeridos. ¿O acaso Roberto Abbondanzieri (7) tuvo algún error? El arquero respondió con acierto cada vez que lo exigieron por arriba, con lo que le restó sufrimiento a la defensa. Y el único tiro al arco de los serbiomontenegrinos, un remate esquinado de Milosevic, lo resolvió con un manotazo al corner. Lo de Juan Pablo Sorin (7) volvió a ser una muestra de sobriedad e inteligencia para saber lo que este equipo necesita de él. Porque, si bien su prioridad ahora es la marca, cada vez que subió lo hizo con acierto y fue una rueda de auxilio de todos. Un taco suyo abrió la jugada del primer golazo argentino. A su lado, Gabriel Heinze (7) no tuvo inconvenientes para contener a Milosevic o a Kezman, que casi no inquietaron. Apenas lo complicó un poco más el grandote Ljuboja. Nicolás Burdisso (6) fue el más desprolijo con la pelota, pero cerró con solvencia su lateral. Así redondeó una tarea correcta, con un aprobado satisfactorio. Para Roberto Ayala (6) la puntuación también es injusta. No tiene más porque no lo exigieron, no por falta de méritos. Pero fue tan poco lo que ofreció Serbia en ataque que el central argentino no tuvo casi trabajo.

Con menos tiempo en cancha, Luis González amagó con un buen juego, pero una lesión lo dejó en el camino. Por último, Carlos Tevez y Lionel Messi dejaron en claro su jerarquía en algunos minutos. Es cierto que ingresaron con el partido liquidado y cuando los balcánicos se arrastraban por la cancha. Pero un gol y una asistencia cada uno, en proporción al tiempo jugado, también los pondría en la candidatura a la figura. Pero esta vez no hubo actuaciones diez. El 10 fue para el equipo.