Los deportistas suelen apelar bastante a la mala suerte a la hora de una derrota. Nunca se lo escuchó decir eso. ¿Es un “nuevo” modelo de deportista?

–Es que la suerte existe, pero evidentemente uno la busca, y unas veces va para uno y otras veces para otro. Cuando uno pierde tiene que pensar que perdió, y ya está, aceptar que el otro jugó mejor que él y ya está. Ahí se acaba la historia, buscar más allá... Al final, ¿qué pasó? Perdí. ¿Por qué? Porque fallé, el otro fue mejor que yo en los momentos importantes o jugué mal. A lo mejor porque yo he jugado bien y el otro jugó mejor aún... En el tenis puede pasar eso.

–Y es un deporte bastante justo, más que el fútbol, por ejemplo.

–Evidentemente, el fútbol tiene más opciones de mala suerte. En el tenis puedes tener también mala suerte, una bola en el 6-6 del tie-break del tercero y se te va el partido, pero has llegado a esa situación.

–¿Cuándo tomó conciencia de que era una estrella del deporte?

–No pienso mucho en esas cosas...

–Pero en algún momento lo habrá notado.

–No, es que yo actúo con bastante normalidad. Intento agradecer a la gente que me sigue, que me apoya, que me pide autógrafos... Intento estar con ellos. Siempre me quedo firmando bastante tiempo después de los entrenamientos, a no ser que tenga un problema.

–¿Pedía autógrafos cuando era más joven?

–No, nunca.

–¿Y por qué le dedica tanto tiempo?

–Porque si yo fuera un chico que pide autógrafos me gustaría que aquel al que se lo pido se porte bien. Como me gusta que la gente me vea como una persona normal y corriente, que al fin y al cabo es lo que soy... Cuando era más pequeño veía a un futbolista en la tele como de otro planeta. Yo soy de lo más normal, como todo el mundo.

–Cada vez que va a Nueva York visita la “zona cero”. ¿Por qué?

–Sí, voy siempre. Es un lugar que impresiona, extraño. Yo estuve antes en la cima de las Torres Gemelas. Y ahora es un lugar... duro. Duro.