Dom 06.05.2007

DEPORTES • SUBNOTA  › TODO EL ESPECTACULO DEL VADO EN CALAMUCHITA

No se necesita saber nadar

› Por Pablo Vignone

Desde Villa Carlos Paz

La curva es larga, hacia la izquierda, y de golpe se hace profunda. A un lado del camino, la sierra tachonada de feligreses que pasaron allí la noche; del otro, la tribuna dispuesta para los que llegaron a la mañana y pagaron hasta 300 pesos para disfrutar del rally tomando una copa de champagne. Es el sitio más famoso de toda la ruta de la competencia, el vado de Santa Rosa de Calamuchita, a 800 metros del inicio del tramo. Es el curso de agua más famoso de los 25 que hay que atravesar para terminar la prueba, pero pronto los fanáticos, los que de un lado y otro se embarcan en un dialéctico enfrentamiento de cantitos (y los “pobres” tachan a los “ricos” de “porteños”), caen en la cuenta de que el espectáculo no es el de todos los años. Es dolorosamente cierto: el piso del vado ha sido asfaltado, el agua no sobra y los coches ya no saltan tanto a la salida.

El primero en venir es Loeb: su C4 traza una trayectoria casi quirúrgica, porque no es tan fácil hacer deslizar un auto tan largo entre ejes. El manejo del francés es preciso, desborda seguridad. Después habrá otras explicaciones: “Aunque ya corrimos en México y Portugal, que eran rallies de tierra, es la primera vez que este auto atraviesa vados –cuenta el francés–. Tomé muchas precauciones porque en algunos el nivel del agua era alto”. No era el caso de Calamuchita, pero el campeón mundial no arriesgó.

Dos minutos después pasó su rival Grönholm, con la trompa del Focus más ceñida a la cuerda y la cola más suelta. Hubo más agua y más aplausos. El tramo se disputó dos veces en la tarde de ayer, y ésas fueron las dos únicas victorias de Grönholm sobre Loeb en la etapa. “Quizás porque el camino es muy parecido a los de Finlandia, y se siente más cómodo” bromeó el francés.

El griterío aumentó con la pasada del Impreza del noruego Petter Solberg, más despatarrado y conducido a los manotazos por su piloto, que tiene que compensar con su técnica esas deficiencias mecánicas que impiden que Subaru gane un rally desde hace dos años.

Antes de que Juan Pablo Raies pasara casi pidiendo disculpas, el finés Jari-Matti Latvala se animó a pisar el acelerador. “Antes del rally, Marcus (Grönholm) me señaló cuáles vados se podían pasar a fondo. Pero justo antes de largar el especial anterior (en Cosquín), recibí en el celular un mensaje de Marcus para avisarme que fuera muy despacio en un vado que me había indicado como ‘a fondo’” contó luego.

A la hora de los demás cordobeses, Ligato pasó en trance, de costado, y terminó ganando el especial en su clase; Pozzo, trastornado por el infortunio de Villa Giardino, bajó la curva con gracia y pasó con furia. Pero el más aclamado de todos fue, por supuesto, Villagra. Concentrado y vital, apenas deslizando, dio espectáculo sin perder tiempo.

Nota madre

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