El enfrentamiento entre los grupos de la barrabrava que responden a los hermanos Alan y William Schlenker, por un lado, y a Hugo Adrián Rousseau, por el otro, y que provocó un nuevo episodio sangriento, gira en torno de un negocio que ronda los 60 mil pesos mensuales.

El control de la barra brava permite tener acceso a pingües actividades relacionadas con River: reventa de entradas para los partidos y también para los recitales que se organizan en el estadio Monumental, el rubro de la seguridad en esos conciertos, el manejo de los estacionamientos fuera del estadio y de determinadas concesiones dentro de él, dejan ingresos que, según fueron denunciados por el abogado Marcelo Parrilli en la Fiscalía de Saavedra, pueden alcanzar los veinte mil dólares por mes.

Esos negocios se extienden inclusive al reparto de viajes al exterior, cuando River juega torneos internacionales o, como sucedió el año pasado en Alemania, cuando la Selección juega el Mundial, y hasta se menciona la posibilidad de que los barrabravas tengan porcentajes en los pases o compras de determinados futbolistas. En otro club grande de la Capital se insiste con que los integrantes de la barrabrava tienen la chance de negociar un pase por temporada.

Según Parrilli, la puja entre ambas facciones comenzó precisamente a la vuelta de Alemania por una diferencia respecto de lo que les correspondía, al parecer, por la transferencia de Gonzalo Higuaín. Esa disputa tuvo eclosión el 11 de febrero pasado, cuando ambos sectores se toparon en los quinchos del club, minutos antes del partido River-Lanús.

El 6 de mayo hubo otra feroz pelea, esta vez frente a la estación de servicio de Figueroa Alcorta y Udaondo y, al día siguiente, desconocidos balearon la casa de Rousseau, a lo que se sumaron pintadas en contra del presidente Aguilar, en las paredes del colegio al que concurren sus hijos, en el barrio de Belgrano R.