Lun 30.03.2015

DIALOGOS  › RENé Y GUILLERMO PADILLA AMADOR, REFERENTES DEL EXILIO HONDUREñO POST GOLPE CONTRA ZELAYA

“Tuvimos que irnos enseguida por esa vigilancia y esa persecución”

Los dos hermanos eran dirigentes de la fuerza política popular que respaldaba al ex presidente Manuel Zelaya. Denuncian que la violencia que se acrecentó en Honduras tras el golpe disfraza asesinatos y persecuciones políticas.

› Por Gustavo Veiga

René y Guillermo Padilla Amador son hermanos gemelos. Después del golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, en Honduras, abandonaron su tierra, donde hay un índice de 101 muertes por cada 100 mil habitantes. Ambos estaban en una lista de blancos a ser perseguidos o asesinados. Ahora viven en la Argentina y siguen la actualidad de su país con la preocupación de saber que “es uno de los más violentos del mundo y no está en guerra, como Siria”.

–¿Cuándo y cómo fue el reencuentro de ustedes en la Argentina? ¿Hace cuánto tiempo que no se veían?

René: –Nos reencontramos en Buenos Aires el 10 de diciembre de 2014. Pasaron cinco años y dos o tres meses que no nos veíamos. Desde los últimos días de septiembre de 2009, tras el golpe en Honduras. Yo llegué a España el 10 de octubre de 2009. Antes había pasado por El Salvador, hasta que viajé a Europa.

–¿Cómo se comunicaron durante los años de exilio, cuando habían viajado a países tan distantes?

R: –Muchas veces yo sabía de noticias de él por artículos periodísticos, pero también tratábamos de buscarnos en Skype. El asunto es que siempre estábamos comunicados para sucesos particulares, cuestiones de familia, aunque había cosas álgidas en el país y queríamos cruzar información. Tratábamos de saltar esas barreras.

–¿A qué barreras se refieren?

R: –A las barreras de comunicación. Yo estaba buscando una nueva vida en un país donde hoy no hay oportunidades. Justo llegó el neoliberalismo, se estaba inaugurando con bombos y platillos, y yo arribaba a España. Lo que ya en el ’89, ’90 era el laboratorio del neoliberalismo en Honduras, en España empezaba hace cinco años, más o menos.

–Guillermo, ¿usted partió con su compañera y su hija hacia Bolivia primero y Argentina después?

Guillermo: –Yo tuve que salir dos días antes de cumplirse un año del golpe. El 26 de junio de 2010. Salí hacia Costa Rica, y a la semana y media, dos semanas, estaba en la Embajada de Venezuela. Me quedé dos meses en la Embajada de Venezuela con mi mujer y mi hija.

–Y usted, René, ¿viajó solo?

R: –Yo me fui solo de Honduras. Mis hijos se quedaron en el país y salieron a los ocho meses.

G: –Yo me reencontré con los hijos de él en Costa Rica. Y su ex esposa. La zona donde estaba en Honduras con mi mujer y mi hija es la que tiene la posta policial más corrupta: a saber, sicarios, secuestros, asesinatos. Esa era la zona donde estábamos viviendo, dentro de Tegucigalpa. Una región apartada de Comayagua. Y tuvimos que irnos enseguida por esa vigilancia y esa persecución. Nos encontramos entonces en Costa Rica con mi ex cuñada, mis dos sobrinos y la defensora de Derechos Humanos, Cecilia Arce, que nos recibió. Y nos mantuvo con el protocolo de ayuda. Después yo me separé de mis sobrinos, encontré un trabajito, pero me tuve que ir rápido a la embajada de Venezuela.

–Guillermo, ¿y de ahí hacia dónde salió?

G: –De ahí a Bolivia, a donde llegué el 14 de septiembre de 2010 y el 15 me reencontré con mi familia en El Alto: con mi hijo Ernesto y mi mujer. Estuvimos después un poco en La Paz, y en Huanuni, un pueblo minero de Oruro. A los siete meses decidimos venir a la Argentina. No soportábamos el clima y esas cosas.

–René, ¿cómo fue su experiencia en España?

R: –Yo estaba solo, sin familia. Llegué a Madrid y me recibieron en la casa de una amiga que es abogada. Tres meses después me fui a Barcelona, me moví a Valencia y hacia lugares donde había cultivo de la fruta. Buscaba hacer la diaria. Si no te movés ahí como inmigrante buscándote la vida, te mueres de hambre. Buscaba ser artesano, hacía otros trabajos, hacía de todo.

–O sea, ¿intentó ganarse el sustento como podía?

R: –Y me tocó estar en casas ocupadas, con el movimiento Okupa. Te recibían y te decían: “Este espacio es para ti”. Y logré así vivir muchas experiencias, como conocer toda la movida independentista catalana y todo esto que está pasando de momento.

–René, ¿usted estuvo también en Italia?

R: –En un momento de mi vida quise irme para Venezuela. Volver a América latina y empezar de nuevo y estar cerca de Honduras. Pero la vida me cruzó con una compañera italiana, con la que tengo una hija y a la que conocí en Madrid. Ella había estado aquí en la Argentina haciendo una tesis de las Madres de Plaza de Mayo. Estuvimos siete u ocho meses en Italia, la situación no funcionó a nivel de pareja, pero seguimos en contacto.

–¿Por qué decidieron juntarse en la Argentina?

G: –Yo trabajo de cocinero. No es fácil para mí estar con mi familia y encima tener un integrante más, mi segundo hijo, Enzo Leonardo, que es argentino y tiene un año y medio. Mi familia creció, pero las necesidades también, como que sostengo mi casa, pero también debía ayudar en esos momentos difíciles a René. España se lo estaba comiendo. Cuando él entró en situación de pasar de una casa a otra rebotando, entonces eso lo puso en un riesgo muy importante. No sólo social. El peso político de René en Honduras es muy grande. La policía ha estado detrás de él. René tuvo muchas amenazas en España y estas amenazas enviadas desde Honduras fueron camufladas y en una ocasión le enviaron una persona que se hizo pasar por un refugiado y que era un militar retirado. Y para mí no era retirado sino activo.

–René, ¿este militar quería deliberadamente poner lo que se llama una trampa de ratón? ¿Te infiltraron a vos solo o había más exiliados hondureños en España?

R: –Eramos alrededor de siete los que teníamos conocimiento entre nosotros. Pero estábamos muy separados. Porque diferentes organizaciones decidieron mandar gente a distintas ciudades y era muy difícil salir adelante en medio de la crisis que se vive en España. Un país donde no hay trabajo, donde el gobierno es de corte fascista, sobre todo en áreas como el Ministerio del Interior, que maneja la migración. Los inmigrantes están viviendo una situación muy dura con el totalitarismo que hay.

G: –Con René nos ayudábamos económicamente y él me mandaba un poco de dinero cuando hacía trabajitos. Después, a él se le puso más difícil y yo ahí le empecé a hacer unos envíos. El problema es que cuando llegué aquí el dólar estaba a 4 pesos y ahora está a 13 o más. Después pasó que las remesas se fueron a valor de dólar blue, y de cuatro pasó a quince. Para mí era imposible ayudarlo.

–¿Cómo es estar exiliado en la Argentina para un hondureño?

G: –Hay una cuestión muy clara. La organización de Naciones Unidas no te da una ayuda directa para sostenerte. Te da ayudas esporádicas o salvavidas. El Frente Nacional de Resistencia no tiene dinero. Y si te ayudan desde Honduras, te van a ayudar compañeros y con ayudas puntuales. Si en el exilio nosotros, que somos muy conocidos, tenemos problemas, yo me imagino nuestros compañeros cómo la estarán pasando, los otros compañeros que son invisibles. Porque los dos somos visibles políticamente, damos entrevistas, y por decirlo así, somos la cara del exilio.

R: –Un compañero transexual que llegó a España me llamó por teléfono llorando. Estaba en un estado calamitoso, pasando frío en un parque donde dormía. El estaba con no- sotros. Estaban organizados como movimiento transexual en Honduras. Junto con los periodistas y los abogados, los transexuales son los que han sufrido más la política de limpieza de esta dictadura disfrazada que gobierna Honduras. Los hondureños siempre tienen un títere. El golpe fue cívico-militar, pero siempre tienen un títere. Hubo 14.800 muertos en cuatro años de gobierno de Porfirio Lobo. La primera cara de la dictadura.

–¿Qué opinión tienen del actual presidente, Juan Orlando Hernández?

R: –Viene de un terrible fraude. Si con Lobo hubo tamaña cantidad de muertes en un país con 7,5 millones de personas y tiene una cifra de 86 homicidios por cada 100 mil habitantes los picos que se han alcanzado con Juan Orlando Hernández, este nuevo y fraudulento presidente, han llegado a 101 muertos por cada 100 mil habitantes. Es horroroso. Estamos viviendo la Colombia de los ’90 en Honduras. Como si se hubiese trasladado toda la maquinaria de ese país. No nos extrañaría que hubiera paramilitares colombianos contratados en Honduras.

–Cuando hablamos de violencia institucionalizada en Honduras, ¿se trata sólo del gobierno de Hernández o al mismo tiempo de otras violencias, como la paramilitar asociada con el Estado o del narcotráfico?

G: –Hay una lista y se sigue un plan. Honduras desde el golpe de Estado y antes incluso, entró en la dinámica de que los golpes de Estado los da el Comando Sur de los Estados Unidos. A Zelaya se lo dio el Comando Sur. Ese golpe sirvió para recuperar a Honduras como una base militar permanente.

–Pero ya tenían la base de Palmerola antes de la presidencia de Zelaya...

G: –Zelaya amenazaba con hacer ahí un aeropuerto civil. Obama tiene piel de conejo por la protección que le da al empresario Miguel Facussé, que en sus terrenos aterrizan avionetas y no ha habido una investigación profunda. También hay una impunidad del narcotráfico...

–El narcotráfico se consolidó en Honduras después del golpe y tiene una presencia notable de carteles mexicanos. ¿Qué pueden decir sobre esta problemática?

G: –Totalmente, totalmente. Hay muchos capos mexicanos refugiados en Honduras según los corrillos. Antes, la mayoría de los aviones iban rumbo a República Dominicana para tener otra vía de salida, pero como este país ha hecho un progreso enorme en rebajar esto, el 80 por ciento de los vuelos están yendo a Honduras o Guatemala.

–¿Esto está documentado? ¿De dónde proviene la información? ¿Hay denuncias en la Justicia?

G: –Se colige de la protección a Miguel Facussé. La denuncia que hizo el periódico El Libertador.hn sobre material desclasificado de Estados Unidos respecto de esta familia, habla de protección. Pero no hay fiscal que se atreva a investigar esta situación. Este señor tiene toda la impunidad y el manejo de una familia poderosa que dio el golpe de Estado. Hay que buscar en los archivos y verlo. Es muy delicado este tema porque nadie quiere hablar. El poder de las armas en Honduras lo tienen ellos.

–¿Y de qué manera se expresa ese poder?

G: –Periodistas de la zona de Aguán han sido asesinados y son muchos. Por hacer su labor informativa y querer cumplir su labor. Hoy son más de cuarenta los asesinados. Esto está todo documentado en la página de internet Clibre. Hay una lista gris, una lista abierta, que no quedó cerrada. Después del golpe, hubo un análisis de distintas agencias de inteligencia, llámese el Mossad, la CIA, para poder contrarrestar la protesta hondureña. Hay todavía un trabajo de análisis, de persecución y seguimiento. Ese trabajo lo han ido mejorando. Y la infiltración al Frente Nacional de Resistencia Popular fue muy fuerte desde el golpe y después. Infiltraron sindicatos, frentes estudiantiles, el periodismo, los partidos políticos. Hubo sectores que se mimetizaron con el golpe.

R: –Estando yo en Madrid, tuve la oportunidad de conocer a un policía que era guardaespaldas de un juez homosexual. Un día le dije: “Oiga, por allá por mi tierra anda un señor que ha sido capturado, Mario Gascón Aranda”. Este personaje apareció en Honduras como periodista infiltrado, como que estaba apoyando manifestaciones. Se nos grabó el hecho de que era español. Cuando lo escrachamos empezamos a investigar y nos dimos cuenta de que en realidad era un infiltrado. El tipo es experto en infiltrarse. Ya se había infiltrado en Barcelona en la izquierda. Llegó a Honduras y nos dimos cuenta.

G: –Una mujer que antes del golpe me había contactado a mí siendo dirigente estudiantil quería brindarme apoyo con una ONG que se llamaba Honduras Orgánica. Tras el golpe andaba en las calles. Y nosotros fuimos armando nuestro rompecabezas y nos dimos cuenta de que hubo infiltración antes del golpe.

–Al aparato represivo hondureño le resultó mucho más sencillo salir a la caza de opositores en los años posteriores al golpe con ese trabajo de inteligencia previo...

G: –Saben quiénes son probables líderes dentro de la resistencia, por eso se veía venir una eliminación progresiva. Metieron el terror por grupos: periodistas, cuadros políticos, profesores y llegó el momento en que están matando niños.

R: –Empezaron a aparecer niños con un tiro en la nuca, inclusive con mensajes deliberados. Dijeron que los iban a dejar en los cuatro puntos cardinales. Estamos viviendo una tragedia. La movilización de los barrios ha sido central y quieren anularla. Quieren meter el terror y visibilizarlo, para que se vea por todos lados, en los periódicos, en todo. En más de trescientos homicidios han sido investigados sólo tres. Los datos son del 2014. Había que imponer la pantalla de la violencia generalizada para ir asesinando compañeros y compañeras que se están organizando: las mujeres del Bajo Aguan, al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras Copinh, a los compañeros de la federación de Pueblos Indígenas, a los compañeros mineros, a los de la zona sur que están en contra del robo de las tierras por Miguel Facussé. Hay muchos intereses que están jugándose dentro de Honduras. Pero el primer objetivo es acabar con el Frente de Resistencia.

–¿Pudieron volver a Honduras desde que se dio el golpe de Estado el 28 de junio de 2009?

G: –Yo volví ahorita a Honduras en el 2014. Fui con un perfil bajo sólo a despedirme de mi papá y mi mamá, que están muy enfermos. Llegué un día feriado. Sin embargo, entré y lo que pude notar es que los edificios nuestros, tanto la Corte Suprema como edificios públicos, están custodiados por militares y no por la policía. Es una sociedad militarizada.

R: –Yo, cuando volví a Honduras, estuve siete días y bajo constante vigilancia. Tuve que regresar al exilio. Volví con Zelaya en el mismo avión en mayo del 2012. Hay quien cree que todo el exilio regresó. Pero no es así. Libre, el brazo político nuestro, no puede tener un representante en el Tribunal electoral, ni los otros partidos. Sólo los que el gobierno quiere. Es una situación de control total de las instancias de elección popular. No hay ninguna luz, ni claridad, solo hay tres magistrados de tres partidos. Montan el fraude como quieren. Tenemos una fuerza de 36 diputados en el Congreso y no les dan la palabra.

–En medio de esta actualidad que ustedes describen, ¿qué hacen el ex presidente derrocado, Manuel Zelaya, y Xiomara Castro, su mujer, la líder del Frente Nacional de Resistencia?

R: –Siguen luchando. Siguen organizando el Frente de Resistencia. Zelaya ha dicho que bajo ningún punto de vista deben reelegirse los presidentes. Hoy un presidente no puede ser reelegido. Porque no ha habido una asamblea constituyente. Un ex presidente no está habilitado y tampoco el que está. Pero Hernández quiere quedarse muchos años y todos sabemos que ya le han hecho fraude a Xiomara. Dominan todas las instituciones, salvo el Congreso, porque el Frente de Resistencia con su brazo político, Libre, con el Partido Anticorrupción y una alianza con un sector del liberalismo que ahora está empezando a despertarse un poco, hicieron un pacto para poder cercar a la dictadura y prácticamente decirle no. Que no habrá una reelección presidencial.

–¿Qué objetivos políticos se fijaron desde la Argentina en relación con Honduras?

R: –Una de las cosas que consideramos, más que el tema político, es el tema social. Yo me animo a decirte que el tema social debe ir encaminado a fortalecer a las juventudes, a los pobres, modificar el manejo en los medios de comunicación. Esta es una de las caras que tiene la dictadura; silenciar la tragedia que está pasando Honduras. Es uno de países más violentos del mundo y no está en guerra, como Siria. Honduras lleva un ritmo indetenible sin guerra. Entonces, debemos fortalecernos nosotros primero, adquirir conocimientos en radio y en televisión web para hacer contra-información respecto a lo que está diciendo el Estado. También debemos denunciar.

G: –Tenemos que mostrarle al mundo nuestro propio drama y no dejarlo invisible. México tiene ahorita una punta de iceberg que es Ayotzinapa. Nosotros también tenemos una punta de iceberg. Nos están matando y eso pasa desapercibido. Hay jóvenes que aparecen amarrados y asesinados. Una realidad que está dejándolos sin esperanza y nosotros sabemos que nuestros jóvenes están resistiendo y sabemos también que los maestros, los afrodescendientes, los campesinos tienen su resistencia. La cuestión es que desde aquí, desde afuera, sigamos en unidad y lucha.

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