Lun 25.02.2008

DIALOGOS  › ALI RODRIGUEZ, EMBAJADOR DE VENEZUELA EN CUBA, EX CANCILLER Y EX PRESIDENTE DE PDVSA

“Cuba se preparó para un aterrizaje suave”

Para el ex canciller venezolano y ex presidente de la petrolera estatal, Cuba preparó desde hace tiempo las condiciones para una transición institucional y afirma que las acciones judiciales de la Exxon contra Venezuela forman parte de una campaña del presidente George Bush.

› Por Raúl Dellatorre

Durante su visita a Buenos Aires, donde participó de la Cumbre de Cancilleres de América latina y Países Arabes, Alí Rodríguez accedió a un diálogo exclusivo con Página/12. Fidel Castro, Exxon Mobil, Obama, recesión estadounidense y el precio del petróleo pasaron por la hora larga de diálogo con el experimentado dirigente venezolano.

–Antes, como canciller y ministro de Energía, y ahora como embajador en La Habana, siempre estuvo muy cerca de Cuba y del proceso revolucionario. ¿Cómo está viendo esta etapa, este momento en que Cuba empieza a andar sin Fidel Castro al frente del gobierno?

–Generalmente, en la política la gente tiende a dividir los procesos en etapas. Y en la realidad, los procesos son más fluidos, sin cortes precisos. Hace ya bastantes años que Cuba se trazó una estrategia, que llevó adelante, basada en una estructura de Estado para dirigir el país y una organización política, el Partido Comunista, como mediadora entre el Estado y la sociedad. Además, tiene una participación muy activa de una apreciable cantidad de organizaciones sociales que le dan continuidad al proceso, sea quien fuere que esté a la cabeza del gobierno. Independientemente de que las personalidades le imprimen su sello, los sistemas políticos constituidos tienen su continuidad. En Estados Unidos pasaron diez presidentes, con distintos estilos, mientras Fidel estuvo al frente del gobierno cubano. ¿Cambió el sistema político norteamericano por ello? Sí hay un cambio entre la Cuba de Batista (dictador derrocado por la revolución en 1959) y la posterior. Pero la Cuba de hoy no vuelve atrás. Como les gusta decir a los que hacen sociología política: Cuba se preparó “para el aterrizaje suave”. Pero esto ya ocurrió hace tiempo. Hace un año y medio que Fidel está retirado de la gestión directa del gobierno, y uno observa una completa normalidad y hasta una mejoría notable en la vida de los cubanos en este tiempo.

Aunque tenga problemas para resolver, Cuba está preparada para hacerlo. Porque cuenta con plantel científico y tecnológico, en todas las ramas del saber. Un altísimo nivel de conciencia de su pueblo y unidad. Y contra lo que se dice, uno ve un permanente ejercicio de la crítica en Cuba, en las asambleas, en la calle.

–Desde un enfoque político, ¿qué evaluación hace del conflicto con Exxon Mobil con Pdvsa (petrolera estatal venezolana) por el cambio de condiciones contractuales?

–El conflicto tiene varios componentes: uno comercial, otro jurídico y otro, el más importante sin dudas, el político. Como empresa mercantil, Exxon va a aspirar a obtener superganancias. Pero está frente a un Estado que ejerce el principio de soberanía sobre sus recursos naturales, un principio que ha sido reconocido en más de una resolución de las Naciones Unidas. En su aspecto jurídico, el origen del conflicto está en el modelo de contratos vigente en la apertura petrolera. La Constitución de entonces establecía el principio de inmunidad jurídica, por el cual las dudas y controversias tienen que resolverse según las leyes y tribunales venezolanos. Violentando ese principio, en esos contratos se establecía que aun aplicando la ley venezolana, las controversias se resolvían en arbitraje internacional. Una cláusula a todas luces inconstitucional. En febrero de 2007, el Estado venezolano dictó la ley que aplicaba a los contratos lo ya fijado en la Ley de Hidrocarburos, la cual establecía que el Estado se reservaba para sí el 60 por ciento de las acciones en los contratos, dejando la libertad para que otras empresas asumieran una participación importante, pero minoritaria. Todas las empresas operando entonces en Venezuela accedieron a la negociación. Ninguna objetó la ley. La propia Exxon Mobil inició negociaciones, pero nunca aceptó eliminar la cláusula que violaba la Constitución (la facultad de recurrir a tribunales internacionales). Y a cambio de renunciar al contrato, exigió una suma exorbitante de indemnización, cuando sus activos en Venezuela, a valor presente neto, no superaban los 1300 millones de dólares. Pero Venezuela no iba a negociar ese punto, por cuestiones de principio, ya que implicaba un asunto de soberanía. Exxon recurrió entonces al arbitraje. Como el conflicto consistía simplemente en llegar a un acuerdo sobre el monto indemnizatorio, Venezuela accedió. Tampoco hizo cuestión al pedido de inmovilización de fondos internacionales en el exterior. Pero, paralelamente, con fundamentos que no pueden ser hallados en ningún lado, Exxon planteó demandas en tribunales de Gran Bretaña y Holanda, previa transferencia de sus acciones en activos venezolanos a las filiales en esos países. Pidieron inmovilizar 12.000 millones de dólares de Pdvsa y lograron el acuerdo de las cortes. No tenemos dudas de que tendrán que llegar a un acuerdo con nosotros. El planteo que están formulando no es racional, ni siquiera razonable. Desataron una campaña mundial presentando a Venezuela como un país que no respeta las leyes ni las obligaciones contractuales, en contraste con otras empresas que aceptaron las nuevas reglas y que constituyen, además, el grueso de las transnacionales que operan en el negocio petrolero. Desde un enfoque político, cabe una sola conclusión: estas maniobras forman parte de una campaña del gobierno de Bush y el Departamento de Estado, incluso hubo voceros que expresaron públicamente su apoyo a las acciones de Exxon.

–¿Qué cambio cabe esperar en la relación con Estados Unidos, en la eventualidad de que ganen los demócratas las próximas elecciones presidenciales y, particularmente, en caso de un triunfo de Barack Obama?

–Más temprano que tarde, Estados Unidos tiene que cambiar su orientación imperial. En las últimas décadas, muchos de los embrollos internacionales han sido provocados por su accionar, de rebote. La guerra de Vietnam fue la que provocó el mayor impulso al consumo de drogas en Estados Unidos, transformándolo en el mayor mercado mundial de estupefacientes, sin que las autoridades hayan podido siquiera atenuarlo. Este gran mercado de consumo impulsa la producción tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Y éste es sólo uno de los fenómenos en que se manifiestan esta crisis, la decadencia del imperio. Ya el mundo no depende de Estados Unidos, es Estados Unidos el que depende del resto del mundo. Y esto deberá ser aceptado por sus autoridades para entablar nuevas reglas en sus relaciones. Fíjese en el tema de la movilización de los inmigrantes: antes Estados Unidos era un país cuya prosperidad dependía de una presencia creciente de comunidades extranjeras en su territorio. Ahora las repele y castiga. Las margina, Las discrimina. Crea muros para evitarlas. Por eso es que estos cambios sustantivos en la sociedad norteamericana comienzan a tener expresión política. Si eso se verá o no reflejado en el resultado de las próximas elecciones, no lo sé. Pero ocurrirá, de eso no hay duda, y seguramente cuando suceda será para bien de la humanidad y también del pueblo norteamericano.

–Y en lo inmediato, ¿ven un escenario de recesión en la economía estadounidense? ¿Cómo podría impactar esto en la región y en el mundo?

–Uno no puede hacer una afirmación categórica con respecto a lo que va a suceder. Aunque no puede dejar de señalarse que muchos analistas así lo aseguran. La economía de Estados Unidos está sostenida hace muchos años en el complejo militar, con un grado de dependencia demasiado grande. Hoy, Estados Unidos está encontrando niveles de competencia muy alto en todos los sectores productivos en el resto del mundo, y el complejo militar dejó de ser un factor dinámico de la economía como pudo ser en otro momento. Ahí hay un problema. Esta pérdida de dinamismo se expresa en otros aspectos, como la crisis del dólar, que está demostrando cierta debilidad para sostenerse como unidad monetaria mundial.

El capitalismo ha pasado por otras crisis, pero siempre mostró gran flexibilidad para recuperarse. Pero no parece que ésta sea la situación en las circunstancias en que se da esta nueva crisis. La actitud del gobierno de Bush es insistir en abrazarse a los gastos militares como respuesta a la crisis. Destina sumas enormes a sostener un ejército en Irak, repite estos gastos bélicos en otras latitudes. Y se tambalea sin esperanzas de tener el control sobre los pozos de Irak mientras sigue chapoteando en Afganistán. Son situaciones sin solución en lo político, pero que también dejan un problema sin solución en lo económico para Estados Unidos.

Creo que solamente una salida verdaderamente democrática podría empezar a echar cierta luz sobre esta situación. Una salida que incluya el respeto a otros pueblos. Buscar la armonía con diferentes países y regiones, a través de acuerdos razonables, podría dar una alternativa de salida a los graves problemas que enfrenta Estados Unidos y permitiría lidiar con las grandes presiones sociales que son consecuencia de esas políticas aplicadas hasta ahora. Para América latina, sería sumamente positivo que esos cambios en la orientación política de Estados Unidos efectivamente ocurrieran.

–¿La inestabilidad y turbulencias en el mercado petrolero son también una consecuencia de esas políticas de las estructuras dominantes o responden a condiciones propias de este mercado?

–En el petróleo, lo primero que hay que ver es un problema estructural: es un recurso no renovable y, como las reservas están declinando, se agota. Con una particularidad adicional: las reservas que quedan están principalmente ubicadas en los países miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo, organización conformada por una docena de países árabes, africanos y latinoamericanos). Las reservas correspondientes al Mar del Norte (Europa) y Alaska (bajo control canadiense y estadounidense) están declinando. Y aun en la propia OPEP, sólo una parte de sus integrantes estarían hoy en condiciones de aumentar su producción, principalmente Venezuela, Arabia Saudita, Irán e Irak. Por otro lado, el consumo sigue creciendo, y aún hay que contar que existen dos mil millones de personas en el mundo sin acceso a la electricidad. El derroche de energía en Estados Unidos sigue siendo brutal, al punto que el 5 por ciento de la población mundial, la de ese país, consume el 25 por ciento de la producción de energía mundial. Queda mucho por hacer, todavía, en materia de ahorro de energía para procurar llegar a algún equilibrio. A la OPEP se la suele atacar mucho por este problema de escasez, pero el problema hay que atacarlo de los dos lados. Porque tampoco se presentan muchas energías alternativas. La única fuente de energía que puede competir en volumen con el petróleo es el hidrógeno (pero todavía está lejos de ser aprovechable en términos económicos). La energía eólica es una posibilidad, como lo son, con sus limitaciones, la hidroeléctrica y la nuclear. Pero aun así, lo que está previsto es que, para el año 2030, las fuentes alternativas puedan proveer el 20 por ciento de la energía, pero el 80 por ciento todavía seguirá dependiendo del petróleo y el gas. Además, en forma asociada están planteados otros problemas, como el calentamiento global, cuestión que hay que encarar. Los grandes acuerdos entre consumidores y productores también podrían hacer su aporte para buscar una solución. Sobre todo en momentos como éste, en los que en el mercado se registra un muy alto grado de especulación financiera, en los que la mayor parte de los contratos corresponde a operaciones entre apostadores que no van a vender ni a comprar petróleo, sino papeles que representan valores presentes y futuro del crudo con el que buscan hacer diferencias. Hay estudios que indican que el premium en el mercado por la presencia de estos especuladores es de 20 dólares, sobre un barril que cotiza en torno de 100 (N. del R.: es decir, que sin la presencia de operaciones especulativas ajenas a los genuinos compradores y vendedores de petróleo, la cotización sería 20 dólares más baja).

–Frente a este panorama, ¿qué cuidados debería tener América latina al trazarse una estrategia en política internacional?

–A la región se le presenta una gigantesca posibilidad de prosperar. ¿Qué es lo que le falta, frente a un mundo cuyo principal conflicto es la escasez de recursos? Aquí tenemos reservas fósiles, reservas de agua. Hay sol, vientos. Hay territorio, cuenta con el principal pulmón vegetal del mundo. Pero para aprovechar esas condiciones, requiere de una condición insalvable: la reunión de todos en torno del objetivo. Fíjese que estas condiciones naturales, obviamente, no son nuevas. Pero la región fracasó sistemáticamente en el pasado en lograr un desarrollo y su prosperidad. ¿Por qué? Las ideas de libre mercado intentaron convencer, y lograron imponer, que la integración se buscaba a través de la libre competencia económica y la apertura al capital. La historia muestra que es un camino que conduce al monopolio. Después de pasar por toda esa experiencia, lo que se ve en la región es mayor concentración de riqueza de un lado de la sociedad, y la extensión y profundización de la pobreza, como una consecuencia lógica, del otro. Esa dura experiencia y los cambios de gobierno producidos en la región han dejado un camino abierto a la complementación económica y respeto a la soberanía, como alternativa a aquellas teorías del libre mercado. En este sentido, Argentina y Venezuela son un excelente ejemplo de cómo desarrollar esa complementación. Argentina, como potencia agrícola con fuertes excedentes exportables, pero con una economía que crece y enfrenta carencias energéticas. Venezuela, como potencia energética con carencias alimentarias. Ante una realidad tan evidente, es llamativo que recién después de 2003 se empezara a trabajar en un intercambio creciente, a través de la cooperación, apoyando el desarrollo mutuo. El gran conflicto es superar esa visión neoliberal de la integración que traíamos de arrastre. Tenemos una experiencia muy pequeña, que es el ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas), que se va abriendo paso progresivamente, porque a través de la complementación va encontrando respuestas a los problemas de nuestros pueblos. Y no es un proyecto contra Estados Unidos, o contra el pueblo de Estados Unidos al menos. También beneficiará las economías del Norte el fortalecimiento del desarrollo económico del Sur, porque estaremos en mejores condiciones para proveer a sus necesidades y generar, de ese modo, mayor demanda de nuestros países por bienes y servicios que puedan exportar los países del Norte. Si logramos imponer un modelo así, habremos convertido las actuales asimetrías en virtud.

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