Artista plástico, teórico y poeta, es uno de los precursores del arte de vanguardia cinético lumínico. Gyula Kosice llegó a la Argentina siendo un niño, a fines de la década del ’20. Junto a su familia partió, justamente, desde Kosice (entonces Hungría, actualmente República Checa), su ciudad natal, de la que tomó prestado el nombre.

Estudió dibujo y pintura en distintas academias de Buenos Aires y, a principios de los años ’40, junto a Rhod Rothfuss, Carmelo Arden Quin y Edgar Bayley fundó la revista Arturo, en la cual comenzó a plantear las ideas que guiaron su trabajo hasta el día de hoy. Allí se sientan las bases del movimiento Madí, de arte concreto, la única expresión vernácula que se extenderá como vanguardia artística internacionalmente. Se trata de una propuesta para todas las ramas del arte (dibujo, pintura, escultura, música, literatura, teatro, arquitectura, danza) basada en extremar los conceptos de “creación” e “invención”, con el fin de liberar el trabajo artístico de las limitaciones “externas” a la obra misma y expandir ilimitadamente todas las posibilidades que derivan de la continuidad de la obra de arte. El Manifiesto Madí –redactado en 1946 por Kosice– postulaba “la organización de elementos propios de cada arte en su continuo. En ello está contenida la presencia, la ordenación dinámica móvil, el desarrollo del tema propio, la ludicidad y pluralidad como valores absolutos, quedando por lo tanto abolida toda injerencia de los fenómenos de expresión, representación y significación”.

La invención del marco recortado (en contraposición al formato habitual de los cuadros: rectangular, cuadrado o circular), obra del uruguayo Rhod Rothfuss, fue uno de los mayores aportes de la vanguardia madista. Otra de las rupturas con la tradición plástica la realizó el propio Kosice con sus esculturas “articuladas”, que podían manipularse para cambiar la posición de sus piezas, entre ellas la muy conocida Röyi (1944), de la cual se puede ver un ejemplar en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.

Creador de la escultura hidráulica, Kosice introduce el agua como elemento esencial de sus obras en 1949. Es el primero en hacerlo en el plano internacional. También fue el primero en usar gas neón en esculturas e incorpora otros elementos novedosos como la luz y el plexiglás en sus obras.

En 1957 se traslada a París, donde comienza a interesarse por las esculturas monumentales con materiales acrílicos. Allí inicia una etapa en la que proyecta importantes obras para ser emplazadas en el ámbito urbano y diseña grandes estructuras que se integran a la arquitectura.

Ya en la década del ‘40 Kosice anuncia su proyecto de la Ciudad Hidroespacial para generar hábitats desplazables en el cielo, a 1500 metros de altura, para paliar el tema de la superpoblación en la Tierra. “La vivienda nómade hidroespacial deteriora el curso de la economía actual en base a la valoración del terreno y abre interrogantes sociológicos imprevisibles”, señaló el artista al tiempo que científicos de la NASA aceptaron la factibilidad de su propuesta.

A fines de la década del ‘60 realizó el Hidromural móvil, en el edificio Embassy Center de Buenos Aires, del que Antonio Berni comentó: “Pocos artistas tienen antecedentes y méritos como los de Kosice para brindarnos una colaboración de alto nivel. Con esta obra se le ha dado la oportunidad (oportunidad que por otro lado le han retaceado) de mostrar y hacer pública esta verdad. Kosice es uno de los grandes artistas mundialmente importantes en el arte contemporáneo”.

Sus obras figuran en museos y colecciones privadas de la Argentina, América latina, Estados Unidos, Europa y Asia.

En 2005 Kosice convirtió su atelier en el barrio de Almagro en un museo y realiza visitas guiadas por él mismo los viernes a la mañana, previo contacto telefónico al 4867-1240.

* El lunes 22 de marzo a las 18, Gyula Kosice presenta su autobiografía en el Auditorio del Malba (Figueroa Alcorta 3415, Capital Federal).